American Honey de Andrea Arnold
y Spring Breakers de Harmony Korine
Por Luisa González
[textmarker color=»F76B00″ type=»background color»]ENSAYO[/textmarker]
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Un grupo de jóvenes atraviesan los Estados Unidos vendiendo suscripciones a revistas, coordinados por una mujer que claramente los explota. Sin embargo sus días se van así: viajando en una van, fumando marihuana, tomando alcohol, escuchando hip-hop, durmiendo amontonados en moteles. ¿Qué te gustaría ser?, se preguntan en algún momento los protagonistas del film, a lo que responden: Nunca he pensado en eso. Esa van es el escape de una realidad en los cordones de miseria en los Estados Unidos, donde los mismos hogares se han conformado en espacios de peligro para los jóvenes. La moral de la familia y lo privado pasa a la moral de la calle y de aquellos contemporáneos que viven experiencias similares, y con los que se comparten modos de ver el mundo y la vida: los amigos, que pasan a conformar un nuevo núcleo familiar.
Harmony Korine, en Spring Breakers, y Andrea Arnold, en American Honey, retratan jóvenes en la cultura estadounidense contemporánea que caminan una delgada línea entre la cultura de masas y la anarquía; llevando a una nueva estancia la figura del joven marginal, y a su vez revolucionario, dispuestos a ser devorados y escupidos por el sistema neoliberal con tal de estrechar en sus manos un poco de libertad consumista.
Mientras en American Honey los adolescentes construyen una vida outsider de trabajo y placer, en Spring Breakers Korine nos propone mirar ese momento de ruptura en la rutina estudiantil que son las vacaciones de primavera; el spring break, una oleada de jóvenes en hoteles de la Florida bailando desnudos, tomando y usando drogas, follando por cualquier rincón, destruyendo todo. Cuatro chicas son arrestadas y luego liberadas por un gangster que les propondrá una expansión del spring break. Un término que Korine describe como un estado mental, una especie de mantra donde confluye la cultura de las armas, los dibujos animados, los videojuegos, Youtube y Mtv . Imagina que estás en un videojuego, es la frase que acompaña el inicio del camino delictivo de estas chicas.
Podríamos decir que estas películas corresponden a un cine que desde los años noventa viene presentando una mirada distópica del futuro, representada en juventudes que pululan como hongos en las ciudades. Si bien los jóvenes estadounidenses en el cine de los años setentas representaban luchas sociales desde los campus universitarios, el hippismo como una actitud de conexión con la vida, con los saberes ancestrales y en contra de la guerra, ya en los ochentas empezaron a adquirir una representación distópica, pero aún en conexión movilizaciones sociales y políticas como los movimientos punk y el anarquismo donde se oponían a lo establecido, a la música de masas, al arte de la alta cultura, a los medios masivos y a la sociedad de posguerra. Quizás las imágenes más importantes de estos jóvenes en el cine hacen parte de registros documentales como Woodstock (Michael Wadleigh, 1970), para referirnos a la escena hippie, y The Decline of Western Civilization (Penelope Spheeris, 1981) en cuanto al punk.
Las juventudes distópicas americanas de los años noventas estallaron en las pantallas con la controversia que Larry Clark causó con Kids (1995), un film en el que seguimos un grupo de adolescentes neoyorquinos que pasan sus días entre sexo, alcohol y marihuana. Desde su primera escena en la que el protagonista, un adolescente entre los 15 y 16 años, tiene relaciones con una niña de doce, Kids produce un choque en el espectador. “Vírgenes, las amo. Sin enfermedades, con vaginas firmes, sin olores, sin nada. Sólo puro placer.”, el monólogo que acompaña esa primera escenas, nos deja entrever unos jóvenes que reproducen el sistema machista de la mano con una vida de hedonismo. Los personajes de Kids no se preguntan por el futuro, ni por el pasado. Inmersos en un mundo que fue siempre igual, y no les interesa para nada cambiar. Cuando avanza la película sabremos que el protagonista al acecho de niñas vírgenes tiene SIDA, cargando el film de la pesadumbre que tuvo la crisis de esta enfermedad en la Nueva York de los años noventa.
Ha sido el cine independiente el que nos ha posibilitado observar estas juventudes distópicas que escapan de los estudios y sus jóvenes heroicos del cine de acción, los románticos y dulces del melodrama, o aquellos de las comedias con gags escatológicos.
Andrea Arnold realiza American Honey, su primer largometraje en los Estados Unidos, luego de hacer films como Fish Tank (2009) en el Reino Unido, donde una adolescente de 15 años se enamora del novio de su madre, llegando a tener relaciones con él. El cine de Arnold se relaciona con el de su coterráneo Ken Loach en su deseo de representar una sociedad británica marginalizada.
Korine, inició escribiendo Kids para Larry Clark, quien lo descubrió en un skatepark. Ya Korine desde muy niño era cercano al cine gracias a su padre que hacía documentales para PBS; el haber sido invitado por Clark para escribir la historia de su película le marcó un camino. Su trabajo no solo en el cine, sino también en las artes plásticas, se ha caracterizado por una indagación en mundos monstruosos que habitan en el borde de lo cotidiano y el sueño o la pesadilla. La decadencia de una sociedad es sin duda el sabor que nos deja su obra, donde los jóvenes han sido casi siempre los actores principales.
Mientras que los universos de Korine son surrealistas, tendiendo a los sueños y la elaboración de fantasías alucinadas por sus personajes, el universo de Arnold es más realista; un ejemplo de ello es la estructura del viaje – road movie – que tiene American Honey, planteando la evolución de su personaje principal a medida que se va haciendo parte del grupo de jóvenes. “América [Estados Unidos] es un lugar vasto y complicado, lleno de toda clase de verdades y contradicciones, y yo quería encontrar mi propia conexión emocional con ello” , así describió Arnold el inicio de una serie de viajes en carro por los Estados Unidos, los cuales después tendrían como finalidad comprender el universo que quería retratar en American Honey cuando leyó For Youths, a Grim Tour on Magazine Crews [Para las Juventudes, un Siniestro Tour por los Equipos de Ventas de Revistas] un artículo del New York Times. Su deseo de conocer una sociedad, comprenderla a través de la observación y su confrontación con ella, tiene un matiz antropológico, a diferencia de las construcciones surrealistas de Korine. Arnold decidió empezar a seguir las rutas de estos jóvenes vendedores de revistas, las carreteras, los pueblos, los moteles, los parqueaderos, las playas. Fue eligiendo su elenco en estos viajes, siendo sus únicos actores profesionales Shia LaBeouf y Riley Keough, cuyos roles en el film fueron como cabezas del grupo de vendedores – la jefe y su amante -. Durante más de cincuenta días de rodaje, equipo técnico y actores estuvieron juntos, impregnando la película de un aire intimista, con una cámara cómplice que capta ese sentimiento grupal, con todos los matices que esto pueda tener.
Aproximaciones distintas de dos directores, pero elementos clave que se cruzan para presentarnos la juventud distópica americana. La música, como elemento cohesionador, es uno de ellos. El hip hop, el rap, el pop y el country, son tonadas coreadas por el grupo, ya sea por una identificación con las letras o por la marca de una cultura popular. Al ser coreadas entendemos que los personajes pertenecen a una misma esfera social a pesar de venir de distintos lugares e historias – como es el caso de American Honey -.
Observando los videoclips de la banda sonora de American Honey, que les compartimos aquí, vemos una conexión con la trama de la película y sus personajes: el culto al dinero, el sexo, las drogas y el placer.
O el choque de la música pop romántica, con quienes la corean siniestramente (Spring Breakers):
«Toca algo
quiero escuchar algo dulce
algo romántico
algo inspirador
Entonces toquemos una canción de esta gran cantante pop
la señorita Britney Spears
ella que es un ángel como nadie más en este mundo»
Otro elemento común es la búsqueda en los actores, y su dimensión por fuera de la película, para impregnar los films de significados que atañen cada rostro, gesto o historia de vida. Korine, quien en sus películas usa muchos actores naturales, en Spring Breakers decide invitar actrices reconocidas en las cultura pop por su participación en películas y programas infantiles. “Claro que hay algo muy excitante acerca de trabajar con estas chicas quienes son, de alguna manera, la representación de esa cultura y esa mitología pop; y también gente a la que el público puede identificar como personajes completamente en contra de lo que yo retrato en mi film. Me encanta eso, esa parte es un shock conceptual importante del film” . Sin embargo en Spring Breakers Korine no dejó de incluir actores naturales, como el rapero Gucci Mane quien estaba en la cárcel por porte ilegal de armas y drogas, y salió con un permiso especial sólo para rodar sus escenas.
Por último un elemento afín en estas dos producciones son sus historias y personajes que caminan entre el outsider y el pertenecer al sistema. Las protagonistas de Spring Breakers, quieren estar por fuera del sistema educativo, familiar y religioso, pero sí dentro del sistema del mercado, del dinero y de la violencia como método para llegar al poder. Los jóvenes de American Honey, son outsiders en busca de dinero. Canjean con el sistema para vender sus revistas, dinero que gastarán en alcohol, o como el sueño de Star: comprando una casa en el bosque y teniendo muchos hijos.
En un momento social y político donde los ojos del mundo y el temor de millones se posa en la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, y con ello de gran parte del mundo, estas películas nos plantean la pérdida de la moral de una sociedad, la pérdida de unos ideales de justicia social, equidad y paz, por unos ideales dinero, desigualdad y egocentrismo. Estas películas no están lejos de representar a través de los jóvenes una sociedad global empobrecida políticamente y que se entrega a los discursos de la autosuperación a través del dinero y el placer. En Colombia las películas contemporáneas sobre jóvenes han tendido a representar aquellos al margen del sistema neoliberal – Los Nadies (Juan Sebastián Mesa), Los Hongos (Oscar Ruíz Navia),pero tenemos por ver aquellas que se introduzcan en las vida de aquellos miles de muchachos que escuchan reguetón, continúan el patriarcado, siguen los consejos de los youtubers y consumen marcas, licor y drogas sin más deseo que el de coronar un eterno momento de placer, del spring break, del mantra que nos vende la cultura popular.
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Luisa Gonzalez
Directora de la Cinemateca de la Universidad del Valle y coordinadora del proyecto Revista Visaje.
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