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Grey Gardens de los Hermanos Maysles

VALORACIÓN

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Grey Gardens de los Hermanos Maysles

Luisa GonzalezGrey Gardens de los Hermanos Maysles
Por Luisa González
Egresada de la Escuela de Comunicación Social*
Universidad del Valle
RESEÑA

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En el marco de un ciclo de los Hermanos Maysles en lugar a dudas, hoy he visto la película suya que más me ha conmovido: Grey Gardens. El primer film que vi de los Maysles fue Salesman; lo observaba con detenimiento como material de estudio al ser este film el primero en retratar un grupo de trabajadores ambulantes, en este caso vendedores de biblias que atravesaban todos los Estados Unidos, dejando a sus familias y hospedándose en moteles con un grupo de otros vendedores de la misma compañía. Por esos días hacía un video con mi familia, que nació en un principio impulsada por las ciencias sociales que me decían: “habla de esto de lo que nunca se ha hablado”, y era mi familia que vendía productos de aseo, suplementos alimenticios, entre otras cosas, como parte de un negocio en redes o network marketing . En el hacer, o bueno, al enfrentarme a la idea de grabar, tuve un choque. Yo no podía, o más bien, no debía ser los Hermanos Mayles que filmaban a los vendedores de biblias bajo las nacientes reglas del cine directo: técnicamente correcto, no hay voz en off, la cámara se hace invisible, La Objetividad. Yo grababa a mi familia, y así no fuera a mi familia, me plantee a mí misma una posición en que el cine, la cámara, debería ser un intercambio con la vida, con las personas, con las situaciones. Así que para mí la cámara y la película se lanzan al destino, al mundo, sin saber muy bien qué esperar, sólo con algunas premisas que marcaran el camino de la búsqueda, como en el caso de ese primer largometraje en que fue “el trabajo”.

Dada así la cosa, los hermanos Maysles me generaban algo incierto. Eran unos grandes precursores en la historia del cine, rasgaron las miradas de aquel entonces, al punto de que hoy – lamentablemente o no – la televisión hace de las suyas haciendo y re-haciendo realities, con lo que ellos desde los años sesentas fundaron en los Estados Unidos.

GREY-GARDENS

Grey Gardens (1975) – Los hermanos Maysles

Esa huella en la historia del cine y de la humanidad que dejaron los Maysles se generó al ingresar a las vidas de la gente de formas en las que nunca las habíamos visto en una cámara: dejando que ellas mismas marcaran la trama. Pero hoy, la cosa cambia. Nos enfrentamos, desde hace varias décadas, a los terroríficos discursos de la “objetividad”; y digo que terroríficos porque tras de ellos se esconden fuerzas oscuras, cegadoras, vampiros de las sociedades; así que para mí hacer cine dejando establecido que soy yo quien habla y quien vive, es una postura de rebelión contra esas fuerzas del discurso objetivo que se han tornado tan manieristas, y es una forma de poner a quien mira mis películas a vivirlo, a acompañarme, a no ser un testigo, un simple vouyer, a no ser sólo espectador, sino a que sienta parte.

Con todo ese sentimiento previo, entre respeto y trasgresión, hoy me vi Grey Gardens, la película que los Maysles hicieron con dos mujeres, la tía y la prima hermana de Jacquelin Kennedy Onassis, quienes cayeron en la desgracia por culpa del amor y del abandono de la aristocracia. Una mujer de casi noventa años, la madre, y una de más de cincuenta, la hija, que viven en una mansión de veintiocho alcobas, llena de basura y de la naturaleza que viene a vengar lo suyo con cuanta zarigüeya, zorrillo, rata y maleza quiere entrar al lugar.

Las mujeres viven en su mundo, alejadas de la ciudad y de la gente que las quería sacar de su hogar por considerarlo un peligro para la salubridad pública. Abren sus puertas a los Maysles, y lo más importante es que abren una veta importante en el histórico cine de los aquellos hermanos, para decirnos que ellos ya estaban pensando en una cámara humana, que se veía a sí misma.

En Grey Gardens vemos que la cámara falla, que las mujeres se acercan a ellos – a la cámara – le hablan, le interrogan, le coquetean, le confieren abiertamente toda la confidencialidad que me hace pensar en que los Maysles, quizás, siempre tuvieron el mismo contacto con todas las personas que filmaron; los Rolling Stones, Los Beatles, el presidente Kennedy, etc. En que todo fue un asunto de edición; de una edición ligada con lo televisivo que inauguraba esa falsa objetividad de la que hablaba más arriba. Los tres editores de este filme, decidieron – gloriosamente – enseñar las tomas en que los Mayles, aturdidos ante la desnudez de la anciana madre, voltean su cámara y se miran al espejo, o el momento en que la hija le sirve galletas con paté de hígado a la madre y dice: “y esta galletita para el camarógrafo”; ni qué decir en los momentos en que los Maysles cantan. De verdad que me da muchísima emoción haber visto esto, haber visto un film tan puro al jugar entre el respeto de las relaciones con el otro, y el deseo mismo de hacer un film para enseñar un mundo en conflicto. La situación de las constantes discusiones sobre el pasado entre la madre y la hija lo hace un tanto “amarillista” – palabra que me parece indignante usar con esta película, pero que es cierta en tanto a comentarios como los de un espectador que al salir de la película dijo: “es como un Jersey Shore” – pero que se vale de ello para crear una obra que se debate en un conflicto humano de gran relevancia: la incomprensión del pasado. La melancolía que nos hace volver a él, preguntándonos por una vida que pudo ser mejor pero que es como un oasis en medio del desierto, como un hombre apuesto, talentoso y amoroso en la vida de la ya sin pelo Edie o como un final feliz en la vida de estas dos mujeres residuo de la aristocracia gringa: los Kennedy.

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Luisa Gonzalez 
Directora de la Cinemateca de la Universidad del Valle y coordinadora del proyecto Revista Visaje. Mi trabajo personal en el cine, el arte y la escritura es motivado y referido a los conflictos personales, a la mirada del yo en contextos que mi propia vida va afrontando. http://lacamaracasera.blogspot.com/

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