La Estrategia del Caracol a Través de las Palabras de Estanislao Zuleta
Por Marcela Tello Sánchez
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La Estrategia del Caracol (1993) es un filme colombiano del director, guionista y productor antioqueño Sergio Cabrera. La película cuenta la historia de un grupo de personas que ejecutan un plan para abandonar la Casa Uribe, en el centro de Bogotá, quienes son notificados para desalojarla a raíz de los deseos del Dr. Holguín (Víctor Mallarino) de convertir el inmueble en patrimonio arquitectónico, posterior al trágico desahucio de la casa de al lado, La Pajarera. Dentro de la ejecución de esta estrategia se mantienen firmes la esperanza, la solidaridad y la dignidad.
Este análisis de la Estrategia del Caracol no pretende revivir las imágenes de la película desde un punto de vista contemplativo o hasta semiótico, si se quiere, sino que busca ponerla como cuerpo ejemplificador de lo dicho por Estanislao Zuleta en algunas de sus conferencias. Es decir, a partir de los conceptos COMUNIDAD, POLÍTICA y EDUCACIÓN, entendidos desde Zuleta, y otros temas desarrollados por este autor, se plantea una revisión de la película encontrando situaciones particulares que se apegan al contenido de los textos.
Inicialmente, Gustavo Calle “El Paisa” (Luis Fernando Múnera) acapara la atención de un medio de comunicación que se encuentra cubriendo un desalojo seis años después del de la Casa Uribe, hecho del que “El Paisa” también fue damnificado. Este personaje mantiene el hilo de la historia como un narrador que rememora lo ocurrido. Sin embargo, después de tanto tiempo, se mantiene firme en dos frases clave con las que le da explicación a lo que está ocurriendo: ese y muchos otros desalojos son causados por “la injusticia de justicia” y de “la falta de estrategia de la clase inquilinal”. Para este caso Zuleta ya afirmaba que “…los hombres no pueden y no deben dejar de luchar contra la opresión y la injusticia y contra las desigualdades aberrantes que en ellas se fundan, y, en consecuencia, es cierto también que una paz verdaderamente digna y fecunda no puede basarse en la parálisis derivada de la sumisión o del terror.”(Zuleta, 2003: 36)
De lo anterior podemos decir cómo la organización social movilizada por un objetivo común logra marcar precedentes sobre la resolución de conflictos personales y sociales. Ante el uso de la fuerza pública se ven en la necesidad de apegarse al plan de Jacinto (Fausto Cabrera), un trasteo aéreo que se soporta en una ingeniería de poleas por el que logran trasladar todos los elementos de la casa de manera clandestina. Se pone en tensión la defensa de la dignidad colectiva, elemento fuerte durante la trama de la película.
Hay que hablar también de garantías, entendidas desde Zuleta como posibilidades en cuanto al ejercicio de los derechos, dicho de otro modo “La sola existencia de los derechos es una condición muy restringida de la democracia. Los derechos son importantes pero la democracia consiste en algo más, que tiene que ver con las posibilidades efectivas de realización de esos derechos (…) No es suficiente con decretar la democracia. Es importante definirla en términos de la igualdad de posibilidades.” (Zuleta, 2003: 45). Se pone sobre la mesa el derecho que tendría Trinidad (Delfina Guido) sobre la Casa Uribe tras su permanencia en ella por 50 años por la “Prescripción, que es el derecho que tiene un inquilino sobre una propiedad después de 20 años de habitarlo”. La posibilidad de la vivienda se le está otorgando a aquel que tiene el medio para mover a los garantes de la ley. Por otro lado, y entendiendo lo que dice Zuleta, los inquilinos de la Casa Uribe no tienen este derecho.
Las acciones en la película son básicamente demostraciones que se hacen unos a otros para validar pensamientos e ideologías, es decir, para la ejecución de un plan del que todos se muestran escépticos, es necesaria una validación “científica”. Lo anterior no es una idea suelta, es más una aproximación a lo que diría Zuleta sobre el Discurso Respetuoso que será protagonista en la definición Zuletiana de Educación:
…La discusión científica nos ofrece lo que podríamos llamar el modelo del discurso respetuoso. En este caso el destinatario es considerado como un igual: a un inferior se le ordena o se le intimida; a un superior se le suplica o se le seduce; pero a un igual se le demuestra. Se trata de un modelo muy interesante de la reciprocidad en la comunicación, casi ideal, (porque desde luego no todo pueden ser discusiones científicas), que consiste en que el otro es tratado como un igual y tiene, por lo tanto, todas las posibilidades de objetar y disentir. (Zuleta, 2003:63)
Ejemplos de lo anterior no sólo se muestran en las demostraciones para que la estrategia funcione y sea acogida, en el caso de la asamblea en la casa donde se presenta el plan; en el teatro con las poleas donde Jacinto les demuestra el mecanismo al “Perro” Romero, a Trinidad y a Gabriela; la manera en que “El Paisa” le enseña a doña Eulalia (Vicky Hernández) a escuchar el corazón de su esposo postrado en una cama; la posibilidad de verificación a las peticiones de Romero por parte de los encargados del desalojo, el juez Díaz (Edgardo Román) y Mosquera (Humberto Dorado).
Específicamente en las situaciones de diálogo dentro de la Casa Uribe se evidencia este modelo del Discurso Respetuoso, ya que en las discusiones “al otro se le dan todas las condiciones para que responda y desarrolle su tesis en contra de lo que sostiene el emisor. El otro es tratado con el máximo respeto.” (Zuleta, 2003: 63).
Sin embargo, existen otras situaciones en las que no necesariamente hay posibilidad de réplica, como en la escena donde le piden al Paisa que quite su culebra del patio. Pero es que hay que tener en cuenta, por otro lado, que si bien se tiene un objetivo común, es una amalgama de historias de vida y experiencias personales las que confluyen en un solo espacio. Por eso, en Zuleta está muy marcado el concepto de Pluralismo o Pluralidad. En la conferencia Estado y Sociedad empieza diciendo “El hombre, en el núcleo más íntimo de su ser, es un nudo relaciones e intercambios. Intercambios lingüísticos, afectivos, sexuales, económicos: pero también, y en esto consiste su riqueza, un conjunto de diferencias y conflictos de visiones del mundo, de proyectos, de intereses.” (Zuleta, 2003:35). Si bien, Zuleta construye una especie de definición del hombre como individuo, no es difícil pensar en los conflictos que causa reunir a varios individuos con esas visiones del mundo tan distintas, varios tira y afloje que van desde contextos, ideologías y generaciones diferentes hasta intereses propios por el simple hecho de sobrevivir.
Dicho de otro modo, hay un elemento catalizador que logra vincular las experiencias de vida de los inquilinos de la Casa Uribe. Por otro lado, es necesario mencionar que “hay una parte de la pobreza que no puede medirse en términos objetivos y es quizá la más triste: la falta de pertenencia a una comunidad. La serie de miserias dispersas que cada cual vive para sí mismo como una desgracia aislada y que no da lugar a ninguna colaboración y solidaridad, a ninguna empresa común.” (Zuleta, 2003:39). Claramente lo anterior no aplica a la situación de la Casa Uribe, sin embargo, y para un contexto más actual y localizado, es la realidad social de diversos espacios sociales donde las luchas se ven fragmentadas y divididas por intereses particulares, donde no hay lugar para escuchar al otro y fracasan los ideales. Es lo que hubiera pasado en el hipotético caso donde otra fuera la historia de La Estrategia del Caracol: habría sido más fácil que cada uno de los inquilinos abandonara la casa, pero es la rebelión y la participación para recatar el bien compartido y en este caso, la dignidad.
Seguramente hay muchas concepciones diversas sobre lo que puede considerarse Comunidad, sin embargo, son las demostraciones de voluntad y solidaridad lo que crea y fortalece los vínculos interpersonales, poniendo intereses, creencias, ideologías, entre otros obstáculos, a la construcción de una comunidad fuerte. La Estrategia del Caracol llega a ser un claro ejemplo de todo lo anterior mencionado, dando muestras de todas las posibilidades de reunión y discusión desde la diferencia.
Dentro de las experiencias de los inquilinos de la Casa Uribe también hay lugar para el ejercicio democrático de la Política, es decir, una construcción de comunidad y acuerdos desde diversos márgenes y tensiones. La misma participación en la toma de decisiones y en la planeación de la estrategia demuestra una oportunidad de aprendizaje sobre los procesos, también como la posibilidad de reconocer las problemáticas comunes porque es precisamente a ellos a quienes los afecta. Respecto a esto, “para que la democracia llegue a ser una realidad, una cátedra permanente de civilización política, tiene que ser cada vez más participativa. Esto significa, en primer lugar, más cercana, más referida a los problemas que conciernen de manera inmediata al ciudadano y de los cuales tiene un conocimiento personal, próximos en el espacio y próximos también a su saber” (Zuleta, 2003:39). Además del conocimiento profundo y legítimo de las condiciones sociales, el otro soporte político es el de ejercer y aplicar los mecanismos jurídicos (para el caso particular de La Estrategia del Caracol) que sirve además como argumento de una educación aplicada, es decir, que sean oportunidades para el aprendizaje: “pero no hay que creer que el ciudadano debe estar ilustrado de antemano para tomar decisiones responsables; por el contrario, es la intervención en los asuntos públicos lo único que puede ilustrarlo.” (Zuleta, 2003:38). Podemos decir entonces que la participación de Romero en estos procesos y la vinculación de sus vecinos, deja abierta la posibilidad de ilustración.
Varias preguntas que surgen al ver la película son, por un lado ¿cómo se entienden un hombre que tiene por biblia la Constitución Política y un hombre que carga debajo del brazo El Capital de Marx?, y por otro lado ¿Cómo conviven una mujer católica hasta el tuétano con un travesti que trabaja la prostitución en la noche? Los matices entre la ley y la anarquía, y la moral y lo mundano, pues bien, “no es suficiente, ni mucho menos, que los términos sean homogéneos. Hace falta todavía que cada uno lleve en sí mismo, en la medida de lo posible, una condenación o una exaltación del objeto que designa.” (Zuleta, 2003:72). Para terminar,
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“la igualdad debe ser una búsqueda tanto económica como cultural. Es casi una burla para la población decir que todos los ciudadanos son iguales ante la ley, si no lo son ante la vida. (…) La igualdad ante la vida es algo que es necesario conquistar; es una tarea y una búsqueda que no se puede resolver por un decreto. La democracia no se decreta, se logra. Si un pueblo no la conquista por su propia lucha y por su propia actividad, no le va a llegar desde arriba. (…) La apertura democrática es la búsqueda de una democracia que no sea una burla para la población. Para ello se necesita una actividad a la que podemos llamar participación.” (Zuleta, 2003:46)
En conclusión, y a raíz del caso La Estrategia del Caracol, se pueden evidenciar procesos comunitarios, educativos y políticos, situaciones que marcan un precedente de las realidades sociales colombianas, una fotografía del abandono estatal, la diferenciación marcada de clases, la desigualdad y diversos fenómenos que estructuran la lucha de los pueblos, comunidades y sociedades por un cumplimiento de derechos, o en palabras de Estanislao Zuleta, una igualdad en la posibilidad de acceder a los derechos.
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Ficha técnica
Premier: Diciembre 25 del 1993 (Colombia)
Director: Sergio Cabrera
Guion: Sergio Cabrera, Humberto Dorado, Jorge Goldenberg, Frank Ramírez
Música: Germán Arrieta
Productores: Salvo Basile, Sandro Silvestri
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Mar Sánchez
Estudiante de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad del Valle.