La gorra. Convesatorio con Andrés Lozano
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Andres Lozano: En el año 2007, yo estaba dando unos talleres para jóvenes de escuelas públicas de Dos Quebradas, y mientras daba los talleres una líder comunitaria -Lupe Ocampo- se acercó a mí me dijo “mire, tengo una historia: entre dos sectores de Dos Quebradas -El Martillo, y no recuerdo el otro- se agarraron por una gorra”. Tuvo que ver con un hecho muy popular en el 2003, 2002 que fue el de Las piernas cerradas: algunas novias y esposas de pandilleros decidieron no tener ningún tipo de contacto con ellos hasta tanto no firmaran la paz. Fue tan grande la presión que efectivamente la paz entre los dos bandos se dio. Casualmente yo había presentado una propuesta a la alcaldía de Dos Quebradas para hacer un taller con jóvenes en riesgo del barrio Los Guamos que había conocido a través de una estudiante que estaba recibiendo nuestros talleres y que nos comentó como se vivía el conflicto de pandillas entre ellos. De hecho el protagonista, Maicol, era el tesorero de la pandilla, el que llevaba las cuentas. Entonces confluyen esas cosas: llego Lupe y resulta que ya conocía a los muchachos de Los Guamos; los muchachos también conocían esta historia entonces nutrieron el guión. La primera fase fue la concreción de la historia escuchándolos a ellos. Yo soy de Cartagena y fui quien hizo la primera propuesta de guión, pero obviamente se la pase a ellos pues son quienes viven su realidad, conocen su jerga, sus modismos, todo eso. Ellos la tomaron y me la volvieron una etcétera, me la comenzaron a tachar: “no, no, aquí se habla es así, y se hace así…”, y bueno, en una mesa redonda con esos muchachos se le dio forma a la historia. Luego pasamos a unos talleres de manejo de cámara, de micrófono, de captura de audio, un taller de actuación con un profesor de teatro, alguito de producción, algo de maquillaje de efectos especiales, y cuando finalmente ellos recibieron todos esos talleres, ya nos dispusimos a grabar el mediometraje. Resulta curioso que la película estaba pactada para grabarse en un mes, pero finalmente, lastimosamente, se hizo en ocho días: toco acelerar porque al sexto día de grabación había un grupo, una BACRIM de aquella época llamada La Cordillera (no sé si de pronto la conocen, o la han escuchado; dicen, que ya está desarticulada; pero durante esa época -2005 hasta más o menos 2010- inclusive el general Naranjo fue hasta la propia Pereira y desde allí se sentó, y hasta que no acabo con “La Cordillera” no se fue de Pereira). La Cordillera estaba llegando y estaba barriendo con todos los micro traficantes del eje cafetero y cuando estábamos haciendo el taller ellos precisamente llegaron a Dos Quebradas; entonces me dijeron los muchachos “profe, si usted quiere que terminemos la película, entre hoy y mañana toca hacer todo porque se va a volver… un mierdero” y efectivamente; yo me llene de miedo; entonces cogimos y empezamos a hacer todas las tomas porque había un compromiso con la alcaldía de entregar ese corto y ya nos habían adelantado dinero, entonces se grabó muy rápido: lo que pensaba grabar en un mes -muy chévere, con calma- se condenso en esos ocho días. Y bueno, finalmente salió lo que salió.
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Luisa Gonzalez: ¿La voz en off tiene que ver con eso? Creo que me comentabas la otra vez que fue un recurso tuyo.
AL: Si. Para acelerar un poco porque la idea no era usar tanta voz en off pero como faltaron tomas, faltaron imágenes, entonces toco meterle buena voz en off para darle forma a la historia.
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LG: ¿Quién hizo esa voz en off, y quien la escribió?
AL: Con ayuda. Cada vez que hacíamos algo yo se lo tenía que consultar a los muchachos y a Lupe. Primero, por ser ella quien trajo la historia y por ser una líder; y segundo, yo soy de Cartagena, termine allá en Dos Quebradas por un taller de realización para jóvenes y no conocía cómo hablaban, cómo se mueven, cómo es la vuelta allá. Entonces todo pasaba a través del filtro de ellos, eran ellos quienes me acomodaban a la realidad los textos.
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LG: Yo quería saber también ¿cómo se repartieron los roles? ¿Cómo, por ejemplo, dijeron: “yo quiero hacer cámara, yo quiero hacer sonido”? ¿Cómo se empezaron a ocupar de eso?
AL: Bueno, no éramos un grupo grande. Éramos un grupo como de quince personas. Yo dicto talleres con jóvenes en Cartagena y trabajo con muchachos, con cuarenta niños y jóvenes y los tengo que poner de acuerdo para hacer un cortometraje. Creo que entre más metidos estén en la delincuencia, he tenido la maravillosa fortuna de ver que se trabaja mejor. Ahora estoy haciendo un corto con chicos de ASOMENORES y pelados que son homicidas: por ejemplo, el que es director tiene… bueno, cinco muertos encima; pero cuando esta frente a la cámara, cuando esta con otros muchachos es una sedita, es amable, no grita… obviamente, está en un contexto vigilado, pero sin embargo con personas en riesgo me ha ido maravillosamente bien trabajando. Entonces, con estos chicos de Los Guamos nos repartíamos: el que estaba actuando, si hacia micrófono se lo pasaba al que no estaba actuando; el que hacía claqueta, si no le tocaba escena, cogía la claqueta. Ahí en los créditos por formalidad aparece uno, pero en realidad todos los muchachos hicieron prácticamente todo; habría que corregir el crédito de guión y colocar a todos los jóvenes. Todos hacíamos producción; hacíamos la vaca para hacer la comida; hasta a mí me tocó ir a la tienda y comprar una bolsa de arroz, bueno… para poder tener para almorzar.
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LG: ¿Cuál era el rol de las mujeres en la producción?
AL: Bueno, fíjate que las mujeres no participaron. Las que aparecen allí eran a amigas de ellos, porque en realidad el taller lo hicimos solo con hombres. La parte de la mujer fue sugerida por los muchachos. Ellos me explicaron “profe, eso de lo que paso con la gorra tuvo como consecuencia lo de la famosa cerrada de las piernas… ¡lo de las piernas cruzadas! ese es el hecho famoso”. Entonces me explicaron bien como fue el cuento y a raíz de eso decidimos colocar esa parte, e indagando un poquito salió lo de la psicóloga -que no era un psicóloga, sino que en realidad era una líder que mataron porque muchos pensaban que era un poco revolucionaria: estar incentivando en las mujeres cuestiones de valía, de autoestima, de que ellas podían ser empresarias, de ser echadas pa lante. Esa parte fue sugerida por los muchachos a raíz del hecho de Las piernas cruzadas.
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Intervencion: ¿Cómo la recibieron?
AL: ¡No! eso fue una felicidad para ellos, eso fue grandioso. Y ahí es donde yo también me sentí muy chévere, hicimos una buena labor. Porque además del hecho de realizar un cortometraje, del trabajo de enseñarles algo, un oficio que ellos nunca van a aprender en el colegio ni en ningún otro lado, de aprender a manejar una cámara, de aprender a manejar un micrófono, de tener unos conocimientos de actuación. El clímax del proceso fue la proyección. Fue la proyección porque el sentir que había otras personas que se reían, que se asustaban, que valoraban la actuación y el trabajo que estaban haciendo en la proyección, eso los llenaba a ellos de mucho orgullo, su ego se veía fortalecido. La autoestima de ellos era “¡hombre! me están reconociendo, me están valorando” ¿Y para que fue eso? Cuando… no se quien fue que le paso una copia a un pirata para que la viera, al pirata le encanto y esa vaina se volvió viral. Se rego como pólvora por todo el país. No es por dármelas pero los reto a que pregunten a cualquier vendedor de películas piratas del país por La Gorra: “No se la tengo pero ya se la consigo” Es una cosa… En Cali, en Barranquilla, en Cartagena, en Bogotá se vio La Gorra. Incluso, ahí no aparece pero en la que se pirateo había un correo al final y a ese correo me escribió gente de la China: público latino de la China que había visto la película… de Estados Unidos, de España… Nunca espere que tuviera esa trascendencia y si nosotros estábamos contentos, imagínense los muchachos. Los entrevisto El Tiempo, les hicieron reportajes y el hecho de sentirse valorados, de sentirse importantes, les empezó a cambiar el chip. Por ejemplo, Maicol -que era el tesorero de la pandilla- ahoritica se metió a la carrera militar; yo le perdí lastimosamente el rastro pero hace tres años lo dijeron que estaba como militar; que al que represento el personaje que matan al final de la película ahora tiene un taller de motos, tiene su microempresa y arregla motos y está bien ¡chévere! Durante la película, él dejaba la grabación para irse a mercar y yo decía “Bueno, ¿pero porque mercar si por aquí no hay supermercado?” Después me explicaron lo que era mercar. Él podía llegar elevado a las grabaciones y tocaba aguantárselo así porque ¡aja! Y ahora verlo en otra onda, eso es chévere. Él se metió a un grupo de teatreros y ahora anda de saltimbanqui recorriendo Sudamérica; eso fue de lo último de lo que me entere.
Bueno, lastimosamente de ese grupo que hizo La Gorra, el único que si pereció porque siguió en eso fue El Pulga -el chiquitico-, ese si lastimosamente murió. A él, según tengo entendido, a los quince años lo mataron. De resto, todo el grupo están en cosas buenas ¡Chévere! Yo lo atribuyo a eso, no sé, creo que debe haber sido por La Gorra, porque cuando empezamos el taller ellos hacían pausa cada vez que pasaba una buseta. Yo no entendía muy bien, pero después me explicaron que vacunaban a todas las busetas que pasaban por ahí: les daba quinientos pesos y con eso se mantenían, esa era su forma de subsistir. Pensar que ya de todo eso se alejaron, es una cosa que creo que se logró gracias a la película.
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Ramiro Arbelaez: Hay es como una sexualización muy temprana del personaje principal ¿eso fue sacado del hecho real? ¿O fue puesto por el guionista? ¿Cómo fue leído por ellos, o es así?
AL: Se refiere al hecho de…
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RA: De él que es tan niñito estaba sexualizando, digamos: admiraba de alguna manera -sexualizada- la novia del hermano.
AL: Es que en realidad fue así. Al pelado siempre le gusto la novia de su hermano; a pesar de que era menor de edad siempre… Sí. No fue una lectura que no… (Risas) no fue intencional: surgió porque según nos contaron el chico siempre estuvo -el personaje Maicol- enamorado de la novia de su hermano: el hermano que mataron por tratar de rescatar su gorra y él siempre lo había ocultado; y cada vez que la veía se ponía nervioso.
LG: De todas maneras es como la segunda línea argumental importante después de la actividad de la pandilla, la otra línea argumental que tiene una continuidad casi desde el comienzo hasta el final es la relación afectiva…
AL: La relación afectiva entre los dos. Sí, claro. Se tuvo que mantener para, digamos, justificar también la escena final: que es donde lo matan justo cuando le dan la cedula y cuando la novia le dice que está embarazada.
LG: De todas maneras es un mundo muy alienado. Es decir, solamente se está pendiente es de acciones que tienen que ver con el negocio de la pandilla, o con el hacer de la pandilla y lo otro seria la sexualización; es decir: no hay nada más, no hay más horizonte allá dentro.
AL: Si. Lastimosamente es así. Es sobre esos muchachos. Cuando hicimos el taller su única distracción era el billar y lo que hacían en las esquinas. Entonces, ante esa oportunidad hacían lo que tenían a la mano. Obviamente, esos chicos no tienen oportunidades: por allá no va un SENA por ejemplo. Esa Casa Cultural que aparece en la película, no era muy cultural que digamos, y a través del taller ellos ocupaban en algo su tiempo. El año pasado hice un taller con unos jóvenes de un barrio de Cartagena que se llama La Candelaria: un barrio que es bastante peligroso, que se caracteriza en Cartagena por el fenómeno de las pandillas y en una entrevista que hicimos a los chicos ellos nos decían: “nosotros necesitamos es más talleres y menos policías”. La idea de la alcaldía es que cada vez que se alborotan las pandillas, mandan policías y lo que hacen es causar el efecto contrario: los muchachos se llenan más de rencor, más de rabia porque la policía está jodiendo mucho, entonces se crea el efecto contrario; y esta ha sido la práctica que siempre ha caracterizado a la alcaldía: cada que se recrudece el fenómeno de la pandilla, mandan más policías para que se apague la cuestión ¡cortina de humo!
Cuando hicimos el taller, nos dijo un líder comunitario: “En la costa, las pandillas se caracterizan mucho porque sus conflictos son con piedras; no son a cuchillo, bueno, si hay cuchillo, si hay armas, pero se caracterizan mucho más porque hay mucha guerra de piedra” Sobre todo, es bastante curioso: cada vez que llueve es cuando más se dan las guerras de piedra; parece que la lluvia como que tuviese algún… un Red Bull que llena de actividad a esos muchachos y empiezan a tirarse piedras. El hecho fue que durante la época que hicimos el taller con los jóvenes el líder nos dijo “Mira, desde que ustedes están con el cuento del taller y con el cuento de hacer la película, esos pelados no se han tirado piedras y han bajado los robos por aquí”, cuando ya dijeron eso ¡carajo, mierda! Sin necesidad: “cuatro personas, con una camarita, un micrófono y unos conocimientos, estamos haciendo, con unos chicos de un sector… bajen los índices de delincuencia y la policía, con su fuerza…” Tratamos de llevar este testimonio allá -a la Secretaria del interior- para mostrar: “mire lo que estamos logrando con estos jóvenes simplemente con un taller de audiovisuales” Cómo hacerle entender a la alcaldía de Cartagena de que ¡caramba! efectivamente lo que necesitan los muchachos son más talleres, mas en que invertir el tiempo libre, ellos no tienen oportunidades; entonces, un taller de estos, de música, de danza… es una gran solución para ellos.
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LG: Ese éxito que tuvieron en Dos Quebradas ¿tuvo continuidad, digamos: después de esta película, en esta misma comunidad hubo secuelas?
AL: Si, a raíz del éxito de piratería que tuvo La Gorra, nos emocionamos e hicimos una segunda parte (Risas)
Esta fue ya con un poco más de, entre comillas “presupuesto”; porque, como fue muy popular. Inclusive hasta el Charrito Negro, el hijo del Charrito Negro nos dio cinco millones para que su hijo fuera el protagonista y bueno… nosotros encantados: “¡claro, si!” (Risas)
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Intervencion: También es interesante esta piratería porque le da la posibilidad a tu película de que mucha gente la pueda mirar; entonces, esta parte criminal, que es su mundo, también ayudo a la vista de esta película para mucha gente. Tú dices aquí como que este es como el primer corte ¿lo cambiaste después, o no? Después de que la película se fue para YouTube o la gente la mirara.
AL: ¿Te refieres a La Gorra?
In: Si.
AL: No. La película se finalizó así. Nosotros hicimos el taller, organizamos la gala, invitamos a los chicos con sus familiares -con sus padres-, la proyectamos, quedaron contentos, quedaron emocionados, les encanto a pesar de los errores técnicos, quedaron muy emocionados. Y ¡ya! Hasta allí llego el proceso. Entonces yo termine de hacer unas cosas y me fui para Cartagena. Estando yo en Cartagena me encuentro con que están, en un televisor de la costa -los vendedores de películas piratas acostumbran vender sus películas siempre con un televisor para mostrar la cliente el producto-, y me sorprendo cuando veo unas imágenes de La Gorra y: “¿Qué hace eso aquí?” y después llamo a Lupe y le digo “No. Esa vaina se ha regado por todo el país. Yo no sé, yo la encuentro en la esquina, la encuentro por acá ¿Cómo así?” O sea, fue una sorpresa.
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LG: Después de esta, la siguiente ¿Cómo trabajaste con tu película? ¿Cómo la publicaste? O paso esto que de un momento al otro todo el país la tenía.
AL: Si, intentamos después… En ese tiempo YouTube no tenía tanta fuerza… sí, YouTube si tenía fuerza, pero no se había pirateado por ahí. Fue más o menos hasta 2009 que la película se empezó a ver por YouTube, y en el 2011 me doy cuenta de que la película tiene tres, cuatro millones de visitas, y uno que fue el realizador (Risas) no tiene un peso de eso. Yo me llene de angustia.
RA: ¿Y quiénes son los que se han lucrado de eso? ¿Todos los piratas?
AL: Si, los piratas básicamente.
In: también en YouTube: si tú tienes más de un millón de clicks, ellos te donan, no es muchísimo pero es como mil dólares, no sé, algo así…
AL: Te van consignando algo. Claro que sí. Y esa era: “bueno, si no le sacamos plata, vamos por YouTube” Entonces yo recuerdo que cuando escuchamos que se había pirateado, enseguida corrimos con Lupe a registrarla con derechos de autor.
In: Y ya estaba registrada (Risas)
AL: ¡No! Afortunadamente no. Menos mal porque si no había sido la debacle ¡me da un soponcio! Pero pudo haber pasado, porque cualquiera pudo haberlo hecho y nos quita “La Gorra”. Menos mal que nadie lo había hecho, a nadie se le ocurrido hacer eso. Después de 2007 hasta 2009 fue que la vinimos a registrar: dos años estuvo cesante, estuvo sin padre.
In: Nadie la reconoció.
AL: Nadie la reconoció. Correcto.
In: ¿No le hicieron como algo similar a lo que le paso a la chica? ¿Cómo una amenaza por estar trabajando con esos muchachos?
AL: No. Afortunadamente no gracias a dios. De pronto por el hecho de trabajar con los muchachos, de trabajar con la comunidad, de que estuviese haciendo algo positivo, la gente reacciona bien. O sea, personas que vienen con buenas intenciones, que quieren hacer algo de corazón, la comunidad los recibe y los protege. La primera vez que nosotros entramos a Los Guamos nos dijeron de Secretaria del Interior: “vayan con policía, ese sitio es muy peligroso” A partir del segundo día: “Nosotros no queremos policía” Es más, los muchachos nos decían: “venga sin policía porque es mejor. Cuando usted esté con nosotros nada le va a pasar. Puede dejar la cámara aquí que nada le va a pasar, si se le olvidó el micrófono, mañana le amanece” Y es cierto: la gente reconoce cuando uno está haciendo un trabajo realmente sincero por la comunidad, que no es la fundación que llega y hace un “param pan pan”, que tomar las fotos, que ver que los niños están recibiendo unas camisetas, que están haciendo un taller… y no, se dieron cuenta que nosotros no veníamos con esa intención sino que nos veían todos los días corriendo con la cámara de aquí para allá, poniendo a los muchachos a actuar. Se dieron cuenta de que “¡Epa! Los muchachos están haciendo algo, están dejando sus actividades tradicionales por estar concentrados en un taller” y eso es benéfico porque entre comillas “están dejando de joder”, están concentrados en la película. Fue al contrario: “Que hubo ¿Cuándo van a hacer la segunda parte de La Gorra? ¿Cuándo vienen por acá? los estamos esperando”. Así me dijeron más de una vez cuando regrese una vez a Dos Quebradas para hacer “La Gorra 2”, la gente se acordaba mucho de lo que hicimos.
In: ¿Cuantas películas?
AL: ¿Con jóvenes y niños? Yo vengo trabajando desde el año 2006: unos cuarenta cortometrajes hechos por jóvenes en Cartagena sobretodo.
In: ¿Los cortometrajes siempre tienen este sujeto? ¿De qué otra cosa quiere hacer? Porque siempre está sobre el sujeto donde viven.
AL: Sí. Por ejemplo en Cartagena nos está apoyando una caja de compensación que se llama Comfenalco Cartagena, trabajamos sobre todo con comunidades afro descendientes. Lo que hacemos es tratar de rescatar la tradición: leyendas, historias, tradición oral: ponemos a los chicos a que investiguen, que sus abuelos les cuenten una historia: “¿Qué espantos salen aquí?”. los ponemos a investigar sobre mitos, leyendas, y, a través de esa investigación salen historias y vamos creando el guión de la película que haremos con ellos. A veces son mitos, leyendas, a veces son historias que ellos traen. Por ejemplo, hay un corto muy bonito que hicimos una vez con un chico en situación de discapacidad, se llama Narciso Pajoy; colocamos a los chicos a que hicieran… bueno, les enseñamos la parte del cuento, después como es más o menos la estructura dramática: breve punto de giro, desarrollo, segundo punto de giro, clímax; y con esos conocimientos ellos tenían que construir una historia; trajeron varias historias pero la que me llamo mucho la atención fue que este chico escribió su biografía: de como él pudo entrar a un colegio normal en su situación de discapacidad. Cuando yo leí esa historia ¡Caramba! me conmovió mucho. Es curioso porque él quería ser el protagonista de su propio cortometraje y nosotros decíamos que lastimosamente con él no se podía porque él tiene problemas de vocalización, no se le entiende muy bien cuando habla debido a su problema: él tiene algo en el cerebro que no le permite articular bien, mover bien las extremidades ni poder hablar bien; era muy difícil que él fuera el protagonista del cortometraje de su propia historia. Él siempre llegaba al colegio en un triciclo porque no podía caminar, entonces íbamos a usar a alguien, íbamos a mandar a hacer un triciclo con las mismas características y cuando Narciso supo eso se salió del taller y se pegó una depresión impresionante, tanto así que la abuela llego asustada a reclamar “¿pero cómo así? yo he traído mi muchacho para que me aprendiera cosas y ahora él está más deprimido, no quiere salir, no quiere… ¿profe que pasa?” Queríamos rescatar un chico y ahora resulta de que… (Risas) que lo jodimos más. Entonces nos tocó que fuera Narciso el protagonista del corto, y lo que hicimos fue ponerle subtítulos a la imagen. Lo encuentran en YouTube, se llama La aventura de Narciso.
Historias como esas son las que hemos tenido a lo largo de estos años con los cortos: mitos, leyendas, hay historias de pandillismo; porque son chicos que están expuestos a la problemática, pero también hay historias de superación, de chicos que practican futbol… son diversas historias.
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LG: Todas las historias de este ciclo -Cine Digital Popular-, de los tres largometrajes de este ciclo han sido de pandilla. Digo tres como para que les contes un poco de esta nueva producción que es como la más grande que vas a hacer, según tengo entendido ¿Por qué crees que hay como ese gusto por estas historias? ¿En un parte ya como comercial y de consumo? Porque lo otro que nos cuentas es más como procesos sociales, que seguramente si un pirata la quisiera vender no la compraría mucha gente a como si comprarían La Gorra o comprarían Ajuste de Cuentas ¿Cómo podríamos asociar eso? ¿Por qué la gente le gusta tus películas?
AL: El proyecto que menciona Luisa es el que estamos desarrollando ahoritica que se llama Tres Golpes. Tres Golpes es un musical de Champeta. La Champeta es un género característico de la Costa Norte Colombiana, específicamente de Barranquilla, de Cartagena sobre todo; y pues como me muevo mucho en ese medio, se me contamino la cabeza de tanto ver a chicos con su problemática, entonces !Caramba! De aquí puede surgir una buena historia”, y mezclándola con la música Champeta, que me parece que en la forma de bailar -sobre tofo la Champeta Africana: la forma de bailar Champeta Africana que es bacanisima- es muy bacana y lastimosamente se está mezclando con estos pases del danzar de que la mujer se coloca en cuatro y hacen prácticamente relación sexual en pleno baile, y mucha gente confunde eso con Champeta, entonces la idea es rescatar también el baile de la Champeta con la herencia africana, que se baila en solitario y se baila bacanisimo. Entonces con esos elementos y con las historias de superación que he vivido a través de los talleres escribimos una película que se llama Tres Golpes; algunos artistas reconocidos de la Champeta Cartagenera van a participar en él. De hecho, uno de los protagonistas es un cantante con cierta popularidad, y la idea es que sean historias muy dinámicas. Hay un director norteamericano que le admiro su forma de narrar y de pronto pueda que hasta le copie, que se llama Martin Scorsese; de pronto si pueden ver Ajuste de Cuentas o La Gorra 2, de pronto ahí hay ciertas cositas de Casino; bueno, guardando las proporciones: no es una cosa (Risas) ¡Martin Scorssese! Pero digamos, me he dado cuenta que en la forma como narra este señor es muy sugestiva, es muy dinámica y entretiene: uno se queda aferrado a su butaca en las dos horas que dura la película. Entonces, por intentar hacerme a ese discurso puedo pensar yo que pudieran funcionar a nivel de piratería las películas. Creo que, si se dieron cuenta, el montaje de la película La Gorra hay mucho salto de eje, se cortan, lo que llaman el Jump Cut o corte sobre el eje, bueno… de algún modo son cositas adrede para darle un poco más de dinamismo, para darle un poco más de dinamismo a la narración y tratar que el espectador tenga menos momento de no-dinamismo de la historia: que siempre este moviéndose.
In: A mi sorprende un poco, primero, por ejemplo que Scorsese haya hecho tantas películas de Cine Negro, Gansters y demás; y como siento que el rol de la mujer tiene mucho que ver en lo que hay en ese tipo de género; o sea, hay las mujeres están de novia o de puta. Lo que me sorprende es como, si es un guión escrito por hombres, las mujeres son las únicas que salen bien libradas.
AL: ¿En La Gorra?
In: En La Gorra ¿Cómo fue esa relación con ellas? ¿Cómo surgió eso? Porque ellos realmente estaban destinados en tu película a la muerte…
AL: ¡Claro! Impulsan a que haya un tratado de paz. Pues bueno, no creo que haya sido por el hecho de que valoran a la mujer; lastimosamente ellos son machistas… como todos… como muchos. El hecho de que se haya valorado a la mujer resulta como el hecho real de la historia; o sea, tratando de ser un poco fieles, por lo que comentaba de que el hecho de la gorra fue un problema de violencia entre dos bandos que se tenían rabia, que no se podían ver porque se daban duro; entonces ya las mujeres estaban mamadas de esa situación y tratando de ser fieles a la historia fue que se rescató eso. Por eso decía que no fue tanto iniciativa de los pelados que dijeron “¡Ah sí! vamos a darle un papel a las peladas”. Pero igual se puede cambiar ese chip y se puede lograr; de hecho, yo soy consciente de eso que acabas de decir, que en Tres Golpes hay una dignificación del papel de la mujer en esta comunidad: de que las mujeres también son guerreras, son echadas pa lante, que sacan adelante su hogar, que… bueno, son muy inteligentes. Tres Golpes si es una obra más… completamente mía, ya hay otra visión de las cosas.
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In: Es una cosa muy interesante porque hablando de Martin Scorsese, tu trabajo es para mí muy interesante porque me hace pensar mucho. La película de esta gente es como escapar de una cierta realidad ¿no? Entonces estos jóvenes compran tu DVD, allá es Goodfellas de Martin Scorsese y aquí está el tuyo ¡Bueno! por esa diferencia de mil pesos; entonces ellos quieren mirar la realidad que puede ser de Cartagena o de Pereira, o de Medellín, o de algo así, pero una realidad es lo que conoces: que la gente se mata, que el microtráfico, estas pequeñas guerras, que prefieren comprar una de mil pesos menos, pero después compran la realidad de usted, de aquí en Colombia, que no es comparable con la realidad de los italianos -Gansters americanos de las vegas en 1900-, entonces prefieren ver las dificultades y los problemas, la muerte, la cosas en su contexto.
AL: Si, gracias. Para mí era como… no sé, no sé qué tendrá La Gorra pero me sorprendía en los viajes de… recuerdo una vez que estaba viajando a Bogotá por tierra y por allá -no sé si era Puerto Boyacá. No sé dónde era- el carro se detuvo y vi que había un grupo de gente por Boyacá viendo La Gorra, y eran pegados al televisor, concentrados (Risa) Yo quisiera saber qué formula narrativa se aplicó en La Gorra para ver si podemos extrapolarla ya a nivel profesional: con mejores actores y con mejor técnica para hacer proyectos cinematográficos mejores (Risa).
In: Al mismo tiempo pienso que es la cosa que atrae a la gente: es como mirar una realidad: tú miras que no tienen producción, que no tienen mucha plata, que es todo muy mal ¿no? Entonces para mí es muy interesante: como que la gente vive como en el barrio… no sé, aquí le llaman…
LG: Siloé.
In: Siloé o algo así, que le gusta comprar las películas sobre la mierda que está pasando en las calles. Prefieren comprar la película de las cosas que ya miran todos los días.
AL: Si, bueno, creo que hay un país de África donde se ve ese fenómeno, creo que es en Nigeria…
LG: Nigeria.
AL: Nigeria. Correcto. Que la gente hace películas para suplir un mercado, y eso es impresionante: todos los días hacen películas, y la gente no ve sino sus propias películas, ¡bacanisimo eso! Y bueno, tratar de que las películas que se hagan no solamente sean una apología a la violencia, sino que también haya una reflexión para… Se combina para hacer cosas positivas, para cambiar.
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In: Yo creo que tiene que tiene mucho que ver con el reconocimiento, o sea, que si siempre fuera legitima: el ser validado en pantalla como que los legitima.
AL: Ese fenómeno lo veo yo en Cartagena. En Cartagena hay -en el Festival de Cine de Cartagena- un evento que se llama Cine en los Barrios -no es para hacer una mala publicidad de los cortos caleños (Risa)- pero cuando hay cortos de Bogotá, de Cali, de Leticia, la gente los ve; o sea, es una realidad. El que tenga la oportunidad de ir al Festival de Cine de Cartagena se dará cuenta que es así: ir a la comunidad cuando mostramos… Afortunadamente contamos con la ventaja de que nuestros cortos siempre se presentan en el Festival de Cine de Cartagena. Tenemos un espacio abierto desde el 2008 donde hacemos el lanzamiento de los cortos que hacemos allí y Cine en los Barrios nos hace difusión. Es impresionante ver cuando presentamos los cortos con los chicos y con los jóvenes de allá, como se relacionan enseguida con su público, porque ven a un chico: “Yo lo conozco a él, y está actuando, y lo hace bien ¡oye!” Esa conexión que hay entre ellos y la pantalla; o sea, el cine donde están acostumbrados a ver actores extranjeros o actores de otras zonas del país y reconocidos, de pronto ven a un muchacho que: “yo lo he visto pasar por aquí” enseguida crea un lazo, los acerca, hay una identificación. Por eso es que en Cine en los Barrios nuestros cortos siempre tienen cierto éxito, precisamente porque conectan, tienen los conectores que hacen que el público se sienta identificado y eso es importante: que la gente se sienta identificada con el producto audiovisual. Creo que por eso lo que están haciendo de Cine de Digital Popular es una cosa muy bacana que está tomando mucha fuerza. Yo he visto películas, bueno, lastimosamente son temáticas repetitivas de narcotráfico, pero por lo menos se da, la gente se está adueñando del cine, se está democratizando la herramienta audiovisual, ya se están acercando al lenguaje audiovisual y pienso que eso es muy positivo, es una cosa que, por lo menos a mí, el hacer Cine Comunitario, el hacer cine con la gente, me ha cambiado mucho la mentalidad. Yo salí de la Escuela de Cine en Bogotá y ¡bueno! quería hacer películas pero me topé con la Cinemateca Distrital de Bogotá y ahí me encontré con alguien y empezamos a hacer talleres con jóvenes. Esa vaina a mí me cambio mucho la manera de ver las cosas. Creo que en todas las facultades de cine y de comunicación social, debería de ser una cátedra, una clase, hacer Cine Comunitario: enseñarle a la gente el lenguaje audiovisual porque eso te enseña muchas cosas, tu aprendes mucho al enseñarle a otra persona como es el lenguaje audiovisual, como se expresan las imágenes, hay una retroalimentación impresionante. Por ejemplo Comfenalco me dice “Mira, yo tengo estos chicos de Palenque: cuarenta niños del municipio de Palenque que quiero que les des un taller de audiovisuales” y el hecho de intercambiar con ellos, de escuchar sus historias, es una cosa muy positiva para uno como realizador; además, el hecho de llenarte de paciencia, de tener que aguantar a cuarenta almas (Risa) que quieren hacer cosas y… bueno, le toca hacer uno de payaso, hay que hacer como dice el maestro Luis Ospina “Hacer cine animado”. Uno tiene que hacer de payaso para que todos los que hagan la película estén contentos, estén animados. Se aprenden tantas cosas cuando se hacen talleres comunitarios, cuando se hacen cortos con la gente, ellos te enseñan. Al final quien termina aprendiendo eres tú. Yo por ejemplo después de haber hecho tantos cortos con los chicos ya no le tengo miedo a hacer un largometraje: me siento seguro cada paso que doy porque esta escuela que he tenido con ellos ha sido muy grande.
In: Quería saber si alguna otra de tus películas ha tenido un éxito similar al de La Gorra. Parece que uno de los aportes valiosos tuyos es que logras que la misma comunidad que se está mostrando sea capaz de representarse ¿sí? No acudes a otros actores profesionales sino que la misma comunidad aporta a la historia -en el caso de La Gorra, no sé las demás- son los mismos pelados los que ayudan a construir la historia, y son ellos mismos quienes actúan; entonces me parece que la posibilidad de que la misma comunidad sea quien construya su propia representación es una cosa muy valiosa en tu trabajo.
AL: Eso es lo valioso.
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In: Quería saber si siempre trabajas de esa manera.
AL: Bueno, en realidad yo no he hecho mi primer largometraje, digamos, completamente bien. Dirigí La Gorra 2, pero era más que todo esa emoción que sentíamos por querer hacer algo con estos muchachos: “¡Ah! ya hicimos esto, ahora hagamos otra cosa más ¿Qué hay?”. Mi primer proyecto ya como: ¡Andrés Lozano: El Realizador! Lo que he hecho hasta el momento ha sido a través de cine comunitario donde hemos hecho cortos. De pronto el que yo aparezca cómo director de La Gorra no me incomoda ¡chévere! Ya la obra se fue así, ya no hay nada que hacer. Pero realmente la obra que va a ser mi primer largometraje como Andrés Lozano es esta que estamos produciendo, y que se llama Tres Golpes. En los talleres el éxito es encontrar el discurso de la comunidad, que ella misma se exprese. Los invito a ver un corto que hicimos que se llama La Leyenda de la Bruja de Chavó y que está en YouTube.
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LG: ¿Cómo se llama tu canal?
AL: Andrés Lozano. Ahí está ese corto por ejemplo. Narra una leyenda que estaba perdida en la comunidad de Cayo Loro. Cayo Loro es una isla que queda a quince minutos del sector más exclusivo de Cartagena que es Castillo Grande que es el Laguillo, pero contradictoriamente es uno de los sitios de mayor pobreza y ahí hay cierta tradición oral que por las nuevas dinámicas se está perdiendo verracamente: se están perdiendo historias, cosas que caracterizan y hacen original la comunidad de Cayo Loro. Un día -a los talleres que hacemos de guión- vino una niña con un cuento, con una historia real de una bruja que salía sobre un sector que se llama Chavó, e hicimos el corto -lo trabajamos fuertemente con los chicos, hicimos todas las escenas- y cuando lo presentamos en la comunidad, muchos de los abuelos recordaron: “¡Ah sí! esta es la bruja de Chavó, claro”, y eso dio origen a que se recordaran otros mitos, otras historias que ya estaban pérdidas para las nuevas generaciones que no las conocían; a raíz de ese corto luego hicimos otro que se llamaba El Tronco Vejador y luego hicimos otro que se llamaba La Padillita y el Paseo; todo eso por historias que ellos se emocionaban al verlo en pantalla grande y que si nosotros no lo hacemos tal vez esa leyenda -la bruja de Chavó- ya se hubiese perdido. Tanto fue así que muchos abuelos amargados nos regañaban: “Profe, por culpa de usted volvió esa bruja de chavó, y ella no salía hace rato”, y nos regañaron porque nosotros alborotamos a la bruja de chavó (Risas) En el caso de Cayo Loro, a través de otras historias hemos rescatado la tradición oral de una comunidad que estaba perdiendo esos mitos, esa leyendas, saber que cuenta la gente.
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LG: Me decías que en Tres Golpes son como cien o más jóvenes que están trabajando.
AL: ¡Ah sí! Pues como ha sido la dinámica que he ido trabajando: para Tres Golpes cogimos un grupo de cien jóvenes en riesgo de sectores de Cartagena y los estamos entrenado para que hagan parte del equipo técnico: unos serán asistentes de cámara, otros serán microfonistas, y otros serán actores. La idea es que sea una película con un marcado tinte social; y no solamente la historia como tal -porque es una historia de superación de cinco jóvenes que viven en un barrio marginal- sino también porque a través de la película estamos rehabilitando chicos para que hagan algo distinto. De pronto pude que no terminen siendo cineastas, pero por lo menos tuvieron la oportunidad de hacer algo distinto, de probar de que hay vida más allá de las esquinas donde pasa todo y transcurre toda su cotidianidad.
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In: Andrés, una pregunta ¿la película tubo financiación de la Alcaldía?
AL: La Gorra sí. De hecho nació de un proyecto que le pasamos a la Alcaldía de Dos Quebradas para trabajar con estos chicos de Los Guamos. La Gorra fue mi primer trabajo con jóvenes en riesgo, por primera vez me enfrente a chicos en situación de conflicto: delincuencia, pandilla; y fue a través de La Gorra y pues ya me quedo gustando eso (Risa) y se ha vuelto frecuente.
In: Me parece interesante ver lo que tu planteas y cuando tu decías que uno encuentra en estos barrios empobrecidos, un poco marginales, como ese ejercicio de una política del gobierno y que es dejarlos ir a esos otros, a esas otras que son diferentes, que son los empobrecidos, las empobrecidas, los excluidos; pero también es interesante como de la misma Alcaldía aparece esta propuesta. Tu decías “No hay un SENA” ¿sí? No hay alternativas para los chicos pero a veces sí aparece la Alcaldía; lo que pasa es que no están en la sintonía de ellos -en la misma frecuencia- entonces se llega con un lenguaje que no es cercano a ellos, con otras lógicas, y entonces se vuelve muy difícil como que haya esa empatía. Parece que con esto encontraron, No sé si haya sido producto de una investigación o producto de un chanfle que lograron que realmente esto fuera cercano a ellos y se lograran algunas transformaciones ¿sí? Te pregunto porque dices que fue tu primer trabajo con jóvenes, pero que no parezca ese papel como mesiánico: “Yo hice este ejercicio y los jóvenes cambiaron”. También hay que ver como toda esta fuerza que tienen estos jóvenes y estas jóvenes represadas que lo único que necesitan es un dispositivo que los haga cambiar sus vidas ¿Cómo cambio La Gorra tu acercamiento, tu forma de hacer cine, tu misma visión de que son estas realidades?
AL: La historias que hay en los barrios -en las zonas marginales- son historias muy humanas: son historias que ¡caramba! dejan grandes lecciones y es una cosa que yo he venido descubriendo de los talleres. Hay una cosa que es el poder del audiovisual. A ellos les llama más la atención un taller de audiovisuales que un taller de bisutería, de zapatería. A veces los chicos son de atención muy dispersa y si una cámara, un micrófono y una actuación los atrapa, pues aprovechemos eso para sacarle jugo y a través de eso lograr algo.
Yo llegue a esto por dinero, obviamente. Yo hice un taller porque estaba sin dinero, estaba sin trabajo y: “Ve, tu que sabes, tu que estudiaste cine, hazte un taller con estos pelados”; -“Claro, y ¿cuánto me vas a pagar?” Yo llegue porque obviamente iba a tener un sueldo, pero hay unas cosas que tu obtienes en el proceso que de pronto en el momento no eras consciente de ello, cosas que van cambiando en ti y que ¡caramba! te timbran: “¡Epa! Yo estoy haciendo esto es porque he venido trabajando con estos chicos”; una de las cosas que he ganado es la paciencia. Soy una persona muy paciente pero te juro que desde que estoy trabajando con los niños y jóvenes, el tratar de entrar en su onda, el tratar que desarrollen su potencial me ha exigido que sea más intuitivo con ellos: que los escuche más, que los indague más a fondo para poder sacar una buena actuación, para poder sacarle una actitud para el trabajo. Son consecuencias del trabajo de las que hasta ahoritica me estoy dando cuenta que estoy logrando. Por eso decía “Chévere que en las facultades se diera una materia que a los chicos se les pusiera a hacer como trabajo de grado”, o “háganse un taller con la comunidad, hagan un cortometraje que cuente una historia sobre sus vidas”, y obviamente lo que uno aprende nunca la academia lo va a poder enseñar porque son cuestiones de interacción con el ser humano, de saber cómo siente, como piensa.
LG: Bueno Andrés, muchísimas gracias. Muchas gracia a ustedes por venir (Aplausos) Dentro de ocho días tenemos ya la última función. Viene desde Cúcuta pero es una película hecha en Popayán. Vienen guionista y actor: Didier Velazco y su director Wilson Quintero de Tarántula Films, que es como se llama ese colectivo. Espero nos acompañen. Sera la última película del ciclo, y fue grabada también con pandilleros pero de Popayán: para que veamos la diferencia o las similitudes. Invitadísimos. Ya terminamos.