La mujer en el Grupo de Cali
Entrevista con Karen Lamassone
Por Luisa González
Egresada de la Escuela de Comunicación Social*
Universidad del Valle
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Dando continuidad a un proceso de indagación en el rol que tuvieron las mujeres en Grupo de Cali, que había iniciado anteriormente con Elsa y María Vásquez (leer aquí), me reuní con la artista visual, editora y directora de arte Karen Lamassonne, durante los días en que preparaba la exposición Karen Lamassonne. Desnuda astucia del deseo, curada por Andrés Matute en el Museo la Tertulia. Esta entrevista pretende conocer el proceso de Lamassonne como artista, cuál es su participación en el Grupo de Cali y la singularidad de ella allí, como una mujer con una obra pictórica y audiovisual interesada en el universo íntimo femenino.
Partiendo de nuevo del deseo de construir un relato biográfico que hasta ahora se ha negado a las mujeres dentro del Grupo, Karen me contó cómo su infancia y adolescencia, marcaron un camino en el arte:
Karen: A mi desde muy niña, me gustó dibujar. Fue algo que siempre hice, desde la infancia; en la escuela me iba bien en las clases de dibujo, sacaba buenas calificaciones, en lo otro me iba pésimo. Fue algo que siempre fomentaron mis padres cuando vieron que tenía talento para dibujar. En la casa también mi padre tenía una afición a las películas, a filmar en “Standard” 8 lo que ocurría. Entonces toda la vida, desde niña fui expuesta al cine: veía a mi papá hacer las películas y nos las mostraba. Y la televisión en Estados Unidos tenía mucho cine; por ejemplo a mi madre le fascinaba Hitchcock, entonces habían ciertas películas que a ella le gustaban y que lo obligaba a uno ver. Por influencia de mi madre la cinefilia, de mi padre el filmar. Él también hacía obra plástica en los años sesenta; en la casa lo llamábamos “pop’s art”, como juego entre papá y el arte pop.
Una influencia también importante de mis padres en mi carrera artística, fue cuando fueron una vez a Europa y mi madre trajo un libro de la colección del Prado; eso fue para mí un gran libro, era niña y lo veía mucho; crecí influenciada entonces por la colección de El Prado: por el Bosco, principalmente, pero también por el Greco, Velázquez y Goya. A veces veo reminiscencias del Bosco en esas figuras alargadas que yo hago, creo que fue algo que siempre estuvo ahí latente.
Yo fui muy mala estudiante, pero en mis dos últimos años de bachillerato en California tuve la suerte de tener un profesor de arte que fue un mentor mío importante; era un artista y sus clases tenían casi un nivel universitario. Cuando me gradué las notas no me daban para entrar a una universidad, ni cumplía con los otros requisitos que piden en Estados Unidos; esto coincidió con que mi padre se jubilaba y juntos nos metimos a unas clases de arte en las noches en un Community College. Ahí, mientras que mi padre iba a clases de escultura, yo de pintura y grabado, y esa fue mi educación. Con una gran influencia de ese mentor que tuve por dos años.
Luego nos fuimos de Estados Unidos para Bogotá y ahí ya mi carrera como artista se empezó a desarrollar, conociendo amigos y artistas a través de mi familia. Tomé un curso con David Manzur, tres meses en las noches; corto pero de todas maneras fui aprendiendo de técnicas y conociendo más gente, como a Giangrandi, entre otros.
Me fui de la casa como a los 21 años y eso marcó un punto importante en mi obra. Conseguí una casita en donde me dediqué a pintar. Antes de los Baños, hice acuarela que, en esta exposición hay algunas, tienen muchos espejos; claro hay mucha obra de esa época que no está acá expuesta. A la gente que me visitaba, yo les pedía posar y lo hacían. Y yo los desnudaba sin que ellos estuvieran desnudos, los pintaba sin ropa porque me interesaba verlos más desnudos que a veces vestidos.
Luisa: Es como cuando se empieza a crecer y a desarrollarse como mujer; a explorar tu sexualidad, tu manera de percibir el mundo desde lo físico y social que implica un cuerpo femenino. Eso en tu trabajo está clarísimo, es una cuestión muy fuerte.
Karen: Era mi manera de expresarme. Uno a los 21 años no se pone a hablar con la gente sobre su sexualidad, sino que es una acción. Entonces para mí era una manera de entenderlo, expresarlo, procesar eso que estaba viviendo, porque cuando uno se va de la casa pues te vas a explorar. Yo vivía sola, lo que no era común de una mujer para la época. Entonces de pronto también la gente pensaba algo de mí, no sé, son cosas que a veces influyeron, pero a la larga no importaba tanto lo que dijera la gente. No me importaba, yo tenía mis amigos, mis amigas; aunque yo en realidad siempre he tenido más amigos, pero eso no está mal, está bien. Y yo creo que por haberme criado en el exterior, era un poco diferente a las mujeres de acá; yo era un poco un bicho raro. Era más abierta a muchas cosas, o tenía otra manera de pensar. No era tan conservadora, como eran las mujeres acá, y me encontré también una comunidad muy machista.
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Luisa: Cuéntame cómo fue esa comunidad que viste al llegar a Colombia.
Karen: Cuando primero llegué yo venía de un viaje por Sudamérica a dedo con unos amigos; viajé como cinco meses, eso fue toda una experiencia como mujer. Tenía sólo un blue jean y las personas que conocía viajando me veían como una gringa. Además estaba recién desempacada… era bastante gringa, tenía un acento fuerte. La gente siempre me ha visto y me ha sentido como una extranjera, en ese entonces mucho más. Será por lo que he viajado desde mi infancia de un lado para otro y uno no sabe realmente de dónde es, pero creo que donde uno se vuelve adulto es de dónde uno se agarra más, y ese lugar fue para mí Colombia, donde hice mi carrera, donde yo sí quería pertenecer, sobre todo ya explorando mi creatividad, creando y exponiendo. Era entonces sí, aceptada e incluida por los artistas. Yo hacía obra erótica o sensual, y en Bogotá, cuando me descolgaron los cuadros de la serie Baños, me decían “es que usted sí hermanita quien la manda a pintar ese tipo de cosas”, pero mi intención nunca era escandalizar, ni proponerme hacer algo erótico, simplemente era algo que me salía.
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Luisa: ¿Cómo era tu relación con otros miembros del Grupo, pintores y artistas?
Karen: no recuerdo que hubieran muchos diálogos, no recuerdo. Hoy en día la gente dialoga muchísimo más sobre el arte que antes; antes era más cerrado todo. Había gente que escribía sobre lo que uno hacía. En un momento recuerdo que Oscar Muñoz sí me hizo una entrevista en los noventas; en esa época trabajaba en el cine pero también yo estaba trabajando algunas obras, siempre haciendo de todo. Pero las relaciones eran más de amistad que de un diálogo como artista. Ya con el Frente Fotográfico que era un grupo de mujeres, ahí sí nos reuníamos y hacíamos almuerzos o comidas, y planeábamos una exposición, o simplemente nos gustaba reunirnos como mujeres y hablábamos de lo que fuera. Nos gustaba reunirnos. Si pienso en reuniones que hiciéramos con otros grupos de artistas o con los cineastas, eran más como sesiones de trabajo, de planificar un proyecto algo así, o nos enrumbábamos, o gente venía y me visitaba. Estábamos en una fiesta y yo me quedaba en mi estudio trabajando, entraban a saludar y conversábamos. Era una cosa también más social, pero siempre hubo mucho de eso. Mucha visita, en fin, mamar gallo y pasar bueno.
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Luisa: ¿Cómo empezaste en el cine?
Karen: El primer trabajo mío en cine fue en Bogotá. En un trabajo con Lina Uribe y Jorge Pinto, y el actor era Miguel Torres; un actor de teatro, del teatro El Local. Era un cortometraje que se llamaba El último cliente. Y yo les hice la dirección artística porque Lina Uribe era amiga mía, me había comprado obra, le gustaba mi trabajo; además de que éramos amigas le pareció que yo podría ser buena para ese oficio. Indudablemente me encantó.
Ya después cuando conocí a Luis Ospina y todo ese grupo, yo le comenté a Luis que había trabajado en esa película y le pareció chévere y en fin, un tiempo después estaba viviendo con él y empezó el proyecto de Pura Sangre (Luis Ospina, 1982). Y ahí me vinculé muchísimo en la producción, buscábamos locaciones, hice el story board, en esa película hice de todo, desde buscar locaciones al story board, la dirección artística, vestuario y edición.
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Luisa: ¿Cómo fue tu experiencia ahí?
Karen: Bueno fue un poco extraño porque yo venía de trabajar mis cosas en solitario, como muchos artistas, y el cine era trabajar con un montón de gente, poniendo a todos de acuerdo, armar todo y contar con la gente, cuando ellos a veces te fallaban, te quedaban mal. Y yo si en eso soy muy gringa, o no se si esa es la palabra pero soy muy rigurosa, muy disciplinada, entonces me gustaba que las cosas se hicieran a tiempo y que quedaran bien. Fue un reto para mi trabajar con gente, pero me fue bien…aunque a veces me ponía brava (risas). Pero fue delicioso, trabajábamos mucho, eso sí. Y era rico cuando ya veíamos el material, porque el material llegaba mucho tiempo después de haber filmado, y lo veíamos en la Cinemateca de la Tertulia, Ramiro Arbeláez que era el director de aquel entonces, nos prestaba la sala para ver los “rushes”.
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Luisa: Me imagino que esa experiencia en el cine desembocó en que después quisieras hacer video. ¿Cómo surge eso?
Karen: Habíamos filmado Carne de tu Carne (Carlos Mayolo, 1983), donde había incluso actuado, y en ese rodaje se usó una cámara de video para asistir la filmación. Podían ver inmediatamente si la toma estaba buena. Y al final del rodaje quedó esa cámara, y yo pensé: chévere hacer un video. Y creo que Sandro (Romero) había filmado una película que creo se llamó Intercambio, ya en video. Algo con Margarita Rosa de Francisco; creo que esa película nunca la terminó. Entonces yo con esto en la cabeza le dije un día a Sandro: yo quiero hacer un video. Y había hecho unas anotaciones, pero entonces él empezó a decir que tenía que hacer un plan de rodaje, y tener a los actores… y yo no, eso lo podemos hacer en tres días todo, algo muy sencillo. Entonces sí, le pedí el favor a Fernell (Franco), Tejadita (Hernando), Sandro y a varios amigos, y de manera espontánea, sin demasiada pre-producción hicimos Secretos Delicados. Usamos, por ejemplo, pocas luces, y sin toda esa parafernalia que se necesitaba para filmar en cine. Fuera de eso podías ver el video ahí, y ya estaba. Después lo edité en Bogotá, en los estudios de un amigo. Me regalaron el montaje; eran además cosas que uno no tenía que pagar. Uno hacía favores, y la gente le hacía favores a uno; se hacían muchas cosas gratis.
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Luisa: Imagino que esta experiencia fue también algo nuevo dentro del grupo, una nueva manera de trabajar.
Karen: Sí, sí. Yo creo que eso estimuló a mucha gente a trabajar en video. Yo no estoy diciendo que yo tuve primero la idea, pero…sí. Yo fui la de la idea (risas). Fue el año 1982 y después de eso mucha gente comenzó a trabajar en video. Recuerdo la fecha porque en ese entonces me invitaron a exponer en el Salón Atenas e hice la serie de 24 Cuadros, pues en ese momento yo estaba un poco alejada de mi obra y más metida en el cine, y presenté el video Secretos Delicados, que es más como un videoarte, es cero narrativo. El otro video fue dos años después, durante un par de meses en NY con mi amiga Silvia Salgado con quien pasé una época muy bella allá. Nos veíamos bastante y ella tenía una videocámara, con la que luego filmé la parte de la nieve en una casa que ella tenía a las afueras. Esa casa tenía un jacuzzi al aire libre, y ahí fue como se me ocurrió saltar del calor al frío, y empezó una idea de positivo negativo; de ahí que hay una imagen que es oscura, de la figura frente al televisor, y luego de la nieve. Era un ejercicio de imágenes, una fijación con el televisor, con sonidos. Era también aquello que estaba viviendo en ese apartamento en NY, y continuando mi interés por la sensualidad, el sexo o el no-sexo.
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Luisa: Lo siento muy plástico, por la manera en que me dices llegaste a la idea.
Karen: Con la cámara buscando la imagen. La ponía en un trípode y me filmaba. Lo hacía todo yo, no tenía a nadie que se revolcara en el piso y entonces me tocaba también a mí. Y mucha de mi obra en video y fotografía fue hecha así: en automático y con trípode.
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Luisa: Ahí está también ese elemento de lo íntimo. Estás tú sola, en tu espacio, desnuda en una intimidad.
Karen: Enseñar eso era como cuestionándome a mi misma: ¿Yo hago esto? ¿Soy yo? ¿Esta soy yo? como pidiéndome permiso a mí misma para ser sexual, y decirme que no estaba mal exhibir eso, ser también eso. Eso es una realidad, una mujer puede sentir todas esas cosas y no tienen que ver con un hombre, es lo que uno siente.
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Luisa: Karen me gustaría que habláramos de lo que implicó para tu obra hacerte madre e irte a vivir a Atlanta. Escuchaba una entrevista que te hacían para VIS A VIS: Muestra Internacional de Videoarte desde la Perspectiva de Género, que hablas de cómo tu obra cambió a partir de esto.
Karen: Mi obra antes tenía que ver con mi cotidianidad aquí. Con la pregunta: ¿por qué me están cuestionando? ¿Por qué cuestionan tanto el espacio de la mujer, cuando es el espacio de la mujer? Es esto, no es nada inventado. Así que al llegar a Estados Unidos, separarme del grupo y este movimiento efervescente que tenían las amistades aquí, que siempre estaba ocurriendo algo, y al irme a un lugar donde no conozco a nadie y comenzar ahí de nuevo, quedar embarazada y tener un hijo, y pues te cambia la vida completamente.
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Luisa: ¿Y por qué te fuiste?
Karen: Yo me fui por la época que mataron a Galán. Mi obra no es una obra política, como mucho del arte de aquella época que reflejaba la situación del país, la violencia; mi obra no es así. No es una obra que tiene odio, ni violencia. Entonces no es parte de mí, es incluso algo que rechazo. No me quería confrontar con eso, no me gustaba la idea de enfrentarme a la muerte. Uno vive aquí en Colombia y se acostumbra a la muerte, y eso era una carga que yo no quería, no quería hablar de eso, yo sentía era vida. En fin, yo me fui tal vez por todas esas razones y me fui a vivir a Italia, luego llegué a Atlanta y tomé otro camino. Me fui alejando. Aunque yo volvía, no quería regresar a vivir aquí. Quería irme por un tiempo, pero entonces tuve un hijo y tuve que echar raíz; me establecí en Atlanta que es una ciudad fácil y de donde es también fácil viajar a todo el mundo, entonces viajo bastante. Busqué establecerme como artista allá, pero eso es dificilísimo. Traté de contactarme con galerías, pero ya en Bogotá y en Cali lo había hecho y había sido difícil, ahora allá… me daba pereza.
Además Atlanta es una ciudad muy goda, y cuando llevaba mis cuadros me decían que no se podían los desnudos frontales, y yo no entendía; entonces mi obra no encajaba ahí a no ser que me dedicara a hacer bodegones y paisajes, así que me dediqué de lleno a la maternidad. Pero siempre trabajando mi obra, con inquietud y continuidad.
Los artistas tenemos ciclos, siempre hay que estarse reinventando, y tal vez éste es un momento de reinventarme sobre todo cuando veo todo esto, esta exposición.
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Luisa: ¿Qué sientes?
Karen: Muy inspirada y contenta de ver todo el interés, sobre todo de la gente joven, en mi obra; me hace sentir vigente. El trabajo que ha hecho Andrés ha sido formidable, y es gracias a él, a su investigación, que esto ocurre. Y es primera vez que alguien se interesa por mi obra como un proceso, en la manera en que él la está curando. La primera vez que veo toda esta obra mía junta.
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Luisa: ¿Qué obra tienes en proceso hoy?
Karen: He venido trabajando unos tapices y haciendo escultura. Unas obras que vengo trabajando hace un rato ¡hay que terminarlas! y también quiero volver al dibujo.
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Luisa: ¿Y al video volverías?
Karen: También, sí. Aprovechando que ahora es incluso más sencillo hacer video. Sin embargo antes, a pesar de lo complicadas que podían ser las cosas siempre se disfrutaba al hacerlas, se trabajaba entre amigos. Claro que entrar a ese Grupo fue difícil, siendo yo extranjera.
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Luisa: ¿Por qué crees que las mujeres en el Grupo no tuvieron visibilidad? esta es la pregunta que moviliza mi deseo de hacer estas entrevistas, sobre todo a partir de ver Todo comenzó por el fin (Luis Ospina 2016), donde siento un gran respeto por el trabajo de Luis Ospina, pero no puedo evitar molestarme con el rol de las mujeres ahí, que su aparición girara alrededor de los hombres, como parejas de ellos. Cuando la vi me dije: «esta es la misma historia que hemos escuchado del Grupo de Cali» y de ahí surgió mi curiosidad por conocer cómo ha sido la historia de estas mujeres que fueron también cruciales para la historia y el aporte del Grupo de Cali a la cultura nacional.
Karen: Toca que las mujeres hagan ese trabajo. En esta exposición cuando Andrés me contactó, yo me puse tan feliz porque era un hombre interesado en la obra de Karen Lamassonne, sin conocerme, sino con la obra surge su interés. Entonces no es un proyecto mío, es un proyecto de Andrés. Y no es común que un hombre haga un proyecto artístico sobre una mujer. Entonces yo me pregunto: ¿será que a las mujeres les toca hablar de las mujeres? quizás no necesariamente. Y sí, estoy de acuerdo contigo ¿por qué en la película somos sólo las “novias”? me da mucha pena pero uno es más que una novia. Es como una vez mi padre como a los 19 años me sentó en la chimenea con mi hermana y me dijo: “bueno, ustedes son como unas solteronas”. ¡Imagínese mi papá a los 19 años diciéndome eso! – que ¿cuándo le iba a dar un nieto? Y yo le dije: «mira papá si tu solo esperas de mí que sea una mujer que te de un nieto, vas a tener que esperar mucho tiempo porque yo necesito hacer muchas cosas antes de darte un nieto». Entonces es como ese mismo concepto, que las mujeres son la pareja, la novia, la que hace un nieto, es un rol bien establecido, es como si lo que hace una mujer no valiera la pena explorarlo ni nombrarlo ni volverlo de interés, o importante. Que además, le pueda tocar o influir a los hombres. Y claro que es así, ¡si nosotras hacemos de todo!
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