Los ojos fílmicos Elena Garro
Por Marcela Magdaleno
[textmarker color=»F76B00″ type=»background color»]RESEÑA[/textmarker]

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A Helena Paz Garro
En la noche a solas
Helena duerme muy desdichada.
Sola
Sola una docena de años
Años sin arco iris, sin lluvias
Sin jardines, sin comida.
Ella es mi espejo, yo soy su espejo
Y no existe nada más
Los muebles alquilados
Guardados por las cuatro paredes alquiladas…

– Elena Garro
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Pese a que Elena Garro le repetía a su hija constantemente: “nunca te sacrifiques por nada ni nadie porque al final lo vas acabar odiando”, su vida fue trazada por una extraña inmolación en diferentes áreas de su vida. Se sacrificó por la palabra y la justicia social. El acecho de lémures como el plagio y blasfemia la perseguían como prófugas sombras. Para comprender más de esta escritora hay que conocer algo sobre sus hábitos de trabajo. Elena invocaba a San Miguel Arcángel al despertar. Se caracterizó por ser una católica apostólica romana tradicionalista. Después de su oración bebía café, encendía un cigarro y lentamente se incorporaba a la realidad organizando ideas y escribiendo historias, casi todas de talante autobiográfico.

Un día luminoso. Un camino de piedrecillas rojas. A ambos lados unas plantas verdes perfumadas. La nana me llevaba de la mano. Me caí de bruces. No me dolió, pero algo tibio me corrió por la frente, los ojos, la cara, me la limpié con las manos y las vi rojas. La nana daba gritos, entonces también yo empecé a llorar a gritos. Me cogió en brazos y echo a correr llamando: -Señora… Señora… te voy a llevar al cuarto de “azufre”. Entramos a un lugar extraño: un cuarto casi oscuro, verde, con una piscina de agua verde ¡el cuarto de azufre! Que me hizo aumentar el llanto. Un olor desconocido me alarmó. Dentro del agua nadaban unas figuras blancas desnudas, encarnes, que al verme se pusieron a gritar.- ¿Qué le pasó a la niña? Me rodearon, sus rostros enojados me miraban amenazadores.-¡corre! Trae alcohol, algodón- le dijeron a la nana. Me quedé gritando más en medio de aquel coro de mujeres, que chorreaban –agua.- Tiene sangre hasta en las botitas… supe que llevaba botas blancas, que me-llegaban hasta el principio del tobillo porque las miré. Y mi miedo aumentó.-Hijita, hijita- dijo una de ellas, limpiándome la frente con el algodón que había traído la nana.-No llores, tu mamá te está curando dijo una de las mujeres. Esa mujer era mi mamá. Así conocí a mi madre. Es el primer recuerdo que tengo de ella.

elena y helenita

Sabemos, por lo que la escritora menciona en diarios, que desde niña fue poseída por el hado de las letras. Parte de su infancia la vivió en Iguala Guerrero, México, donde tomó clases con su padre y tío Boni, en compañía de su hermana Deva. Entre los libros de las Mil y una Noches, los heroicos clamores griegos e infinidad de literatura mexicana, entre viajes y conversaciones familiares, la Leona, como le decía su abuelo, por ser de cabellera rubia e indócil temperamento, forjó su propia técnica de estudio, básicamente autodidacta. Niña insaciable, exploradora y rebelde; ese germen de experiencias tiñeron su narrativa de poético realismo fantástico que posteriormente tomaría un matiz agridulce.

Elena tenía el instinto de ver todo al revés. Leemos en su diario, que esta extraña destreza nació cuando su padre le regaló una enorme muñeca rubia de porcelana, y ese mismo día jugando en el patio de su casa con su hermana y primos, la muñeca se cayó y la hermosa carita se hizo pedazos. Fue entonces cuando descubrió que los mecanismos detrás de lo visible animaban la vida y daban el sentido verdadero a la ilusión. Desde ese entonces tuvo curiosidad por las ciencias que animaban el teatro y el cine detrás de la cortina.

La escritora cultivó todos los géneros literarios, pero ante todo, se le conoce como una de las narradoras más valientes y descriptivas de su época. Elena hincó su pluma sobre la problemática social, utilizando ironía e idolatría. Jugó con la muerte y describió la esencia del mexicano en su plenitud mordaz y siniestra. Y no olvidemos que varias veces por ejercer la libre expresión expuso su vida.

En cuanto a hábitos creativos sabemos que la escritora fraguaba ideas y en forma cataratica las escribía. Después estructuraba y se dejaba fluir. Ya listo el texto lo dejaba enfriar, lo releía y pulía para almacenarlo en un baúl. Más tarde cuando tenía necesidad económica los ofrecía para ser editados. Este es el caso de novelas, dramaturgias y guiones cinematográficos. Elena tenía una frase: “Cuando no puedo dormir me pongo a leer a Garro y me duermo”. Fue una insatisfecha y era excesivamente autocrítica, producto de su afición por la lectura y de su diario ejercicio literario. Casi nunca gozó sus escritos y varias veces se menospreció soltando su frase: Sólo escribo para ganar dinero. Sabemos que no es tan cierto, ya que escribir era un móvil para aliviar sus penas, expresar su amor y denunciar inconformidad. Para hablar de su obra es necesario mencionar que muchos de sus textos diarios, dramaturgia, poesía y guiones, fueron vendidos por Helena Paz a la Universidad de Princeton en San Francisco y muchos más desaparecieron meses antes de su muerte.

No es nada fácil recoger, clasificar y estudiar los textos que Elena dejó al morir. Sin embargo, hemos considerado prudente hacerlo porque ciertas voces del ambiente literario han tergiversado la imagen de la Amada denunciante y consideramos importante esclarecer su naturaleza humana y literaria.

Elena Garro tuvo tres etapas literarias que se vislumbran claramente. La primera tiene candidez y magia acrisolada por el aura de su familia y sus recuerdos de infancia. La segunda refleja la angustia de la persecución. Y la tercera contiene una profunda amargura y dolor, reflejo del abandono emocional y económico en el que murió.
La vida de Elena Garro fue maravillosa y terrible. Vivió entre el glamour y el jet set europeo, fue modelo y amiga de Cristian Dior y vivió en París en un exquisito departamento que fue el enorme camerino del Teatro de Moliere. Compartió ideología en cafés parisinos, recepciones diplomáticas, castillos, con Jean Paul Sartre, Marlene Dietrich, Picasso, Vincent Oriol, Krishnamurti, entre otros.

También se sumergió en lo terrible. Contaba los ahorcados en la guerra cristera, no terminó su carrera universitaria al igual que Octavio Paz por contraer nupcias; vivió la guerra civil Española y estuvo en la ceremonia luctuosa del general Franco en España. Vivió mucho tiempo con una pistola 38 Colt, que le regaló Rojo Gómez, en su bolso y bajo la almohada, para protegerse de las amenazas de muerte que recibía diariamente, por denunciar a latifundistas. Apoyó a la Confederación Nacional Campesina y defendió los derechos agrarios de los campesinos de casi toda la república. En el movimiento del 68 la estigmatizaron, señalándola como espía y cabeza del movimiento, circunstancia por la que le fueron quitados los derechos civiles, y tuvo que vivir el exilio forzado, soportando la pena de no poderse despedir de sus familiares ni a la hora de la muerte.

Su etapa cinematográfica fue antes del exilio y las referencias que tenemos de su trabajo fílmico, son algo vagas ya que muchos guiones no los firmó, otros, que no se filmaron, fueron robados o simplemente los regaló, y posteriormente se filmaban pero con diferentes títulos, eliminando su autoría. La inexactitud de su autoría también se debe a que muchas veces no se le dio el crédito porque ella los vendía, y al recibir el dinero, dejaba a un lado su creación. También recordemos que antes no era tan usual registrar obra, a veces eran simples pactos de palabras, o el contrato quedaba en papelitos o servilletas con firmas y acuerdos.

Elena escribió, por ejemplo, una enorme novela llamada Enigma Imperial Greta Garbo, sobre la historia rusa y la vida de los Romanof. Ella tenía la teoría de que Greta Garbo era la hija de los Zares que escapó de la Revolución. Ese estudio le llevó más de veinte años y en una ocasión, viviendo en Madrid, su amiga Patricia Zama le recomendó registrarla y como no se usaba registrar el libro completo, hizo una sinopsis y fue a la alcaldía de Madrid y el Alcalde Tierno Galván certificó la obra. Sabemos que también se perdieron algunas de sus intervenciones literarias en películas cuando se incendió la Cineteca Nacional.

Elena creía en la gente. Por eso se llevó infinidad de decepciones. Evidencia de eso, está escrito en las cartas personales archivadas en el fondo de documentación de la Fundación Cultural Paz Garro, donde denuncia de manera escalofriante robos, traiciones y abandonos del sequito cultural, y también lo demuestra la realidad que vive su hija Helena cuando cobra una ridícula cantidad en la SOGEM por las regalías de los guiones de su madre.
Elena Garro fue perseguida, aun estando viva, por el crepúsculo del plagio y su adicción por la lucha social. En sus conversaciones denunciaba a la mafia literaria y, por supuesto, lo sufrió de primera fuente teniendo a Octavio Paz como esposo. En uno de sus diarios lanza esta pregunta: ¿Por qué creen que en mi país hay tantos escritores famosos carentes de talento? Con los colmillos de lobo feroz y el talento agudizado del plagio.

Elena Garro ingresó al cine cuando conoció a Julio Bracho, de quien estaba enamorada platónicamente. Se conocieron en las lecturas de atril del teatro universitario en la década de los cincuenta. Las sesiones se llamaban poesía en voz alta y estaban bajo la tutela de Octavio Paz y Juan José Arreola. Según se decía, los creadores jóvenes se lanzaron a faltarle el respeto a los clásicos.

En el corpus escénico Elena Garro también trabajó como escenógrafa cuando se montaron las Troyanas. Así Julio Bracho y Elena trabajaron en varios proyectos y ella comenzó a hacer guiones para cine, porque la paga era muy buena, cita de su diario personal. Posteriormente trabajó con Juan de la Cabada con quien se identificaba por su espíritu lúdico y de lucha social.

elena jesus y helenita

Al conversar con Helena Paz para conocer el mundo cinematográfico de su madre, nos señala: Mi mamá entró al cine porque mi tía Deva era novia de Rodolfo Echeverría (1) y él actuaba en el cine, mi madre también actuó en varios filmes como extras, porque su papá se había quedado sin trabajo, pero hacia corajes, las películas no eran buenas por eso prefirió escribirlas. En una ocasión se encontró a José Revueltas y él le contó que recibía una bicoca por sus guiones, José siempre andaba mal, pero como mi madre no soportaba las injusticias, fue a reclamarles a los productores y exigió dignidad y así reivindicó el precio de los guionistas. Trabajó con Julio Bracho, y en varias ocasiones ni siquiera se acredita que ella fuera la guionista de sus películas. Después creó mucho con Juan de la Cabada, con él trabajó en el guión de Las Señoritas Vivanco; el proceso creativo de ellos era curioso porque se juntaban en la casa, Juan actuaba y mi mamá, sentada de cuclillas junto a su cama con una copita de tequila, escribía las historias. Entre las películas que me acuerdo que escribió fueron Historia de un gran amor, de 1943 dirigida por Julio Bracho donde actuaron Jorge Negrete y Gloria Marín; recuerdo que la fotografía fue de Gabriel Figueroa, en ese filme tampoco le dan el crédito. Cuando Arturo Ripstein adapto Los Recuerdos del Porvenir para cine mi madre se puso furiosa, no le gustó nada, ni el reparto ni la película, fue una tristeza que incluso con la fotografía de Alex Phillips, haya quedado tan fea. Esa fue por el año del sesenta y ocho porque nosotras ya sufríamos persecución política. Recuerdo que Las Señoritas Vivanco, fue un taquillazo, tuvo un gran reparto, actuó Sara García, Ana Luisa Pelufo y Claudio Brook entre otros, Claudio quería mucho a mi mamá; esa película si tuvo su nombre, incluso aún sigo recibiendo regalías, muy poco dinero, pero eso ampara que ella fue la autora. Las puertas del paraíso fue dirigida por Salomón Laiter y actuó Jacqueline Andere y Jorge Luke y fue una historia de mi madre sobre la drogadicción, eso ya fue en los años setenta. Después de eso, el gobierno boicoteó las películas, “de contenido dudoso” y realmente eso afectó la creatividad dentro la industria cinematográfica nacional y además en esa película tampoco le dan crédito. Los guiones de mi madre pueden considerarse de cine independiente, lo que llaman experimental, o de contenido, porque paralelamente a estos autores que proponían algo, ya estaban de moda las películas comerciales con temas frívolos donde se explotaba la imagen de la cabaretera, el Santo, y personajes urbanos como la vida del peladito o actores cantantes que posteriormente se consolidaron en la industria musical. El Cine de Oro mexicano estaba desprestigiado y la ideología de los cineastas había decaído o realmente era nula. Por otra parte desde que me acuerdo siempre estuvimos rodeados de grandes creadores que reconocían el trabajo de mi madre, Juan Ibáñez y Alberto Isaac, que también hacían películas, la respetaban y admiraban, bueno ellos eran de otra generación, pero pertenecían como a un círculo marginal. Mi madre tuvo una gran amistad con Buñuel, varias veces fuimos a su casa en la colonia del Valle, pero a ella no le gustaba sus películas decían que eran como fantasías catastróficas; cuando mis papas se separaron Buñuel prefirió la amistad de mi papá. Mi papá nunca bloqueo su participación no podía para mi papá el cine mexicano no valía, además era, en cierto punto, ajeno a ese mundo, él sólo leía poesía, mal hecho porque existen novelas extraordinarias y muy poéticas.

Ella escribió películas casi toda su vida, y que triste que por órdenes gubernamentales el séptimo arte se haya convertid en mercantilismo vil. Antes el cine era divino ahora está en decadencia, ya hasta las películas norteamericanas han declinado mucho. Cuando Archibaldo Burns adapta su cuento de El Árbol, mi madre casi se infarta, a pesar de que era su pareja. Archie no tenía mucho talento para el cine, le cambio el nombre y tituló la película Juego de mentiras, y fue muy mala, no había comparación con la obra de teatro que estuvo en taquilla varias temporadas en Paris. De las últimas películas que se filmaron basadas en la obra de mi madre fue Qué hora es… y actúa Pilar Pellicer hermana de Pina, ambas muy buenas amigas de mi madre.

Para precisar el detalle visitamos a Pilar Pellicer en su casa de descanso de Jiutepec Morelos, entre buganvilias y un clima paradisiaco y nos comentó: Conocí a Elena en el teatro universitario cuando organizábamos las lecturas de atril, era una compañía de teatro en voz alta y nosotros interpretábamos textos clásicos pero expresados de manera distinta. Éramos jóvenes irreverentes, divertidos y muy atrevidos, rompíamos los textos, las reglas todo lo establecido tanto en expresión escénica como en escenografías por ejemplo teníamos a de Leonora Carrington, Siqueiros y otros que pintaban la escenografía. Yo estaba interpretando a un personaje de su dramaturgia el Hogar Solido. Después me fui becada a Paris y viví muy cerca de Octavio y Bona de Mandiark, su pareja de entonces, hacían una dúo gótico, desde su forma de vestir hasta sus extraños acuerdos de relación amorosa; él ya era diplomático, por eso conocí los dos lados de Elena. En los años noventa cuando leí el libro Semana de Colores me encantó el cuento Qué hora es… y quise interpretarlo. Este corto metraje lo realicé en 1995, y todo el proyecto me encantó, lo cuidé mucho, como sabes el cuento forma parte del libro Semana de Colores y desde que lo leí me fascinó. Al principio busqué a un director, pero Felipe Cazals me convenció que lo dirigiera yo misma. La adaptación cinematográfica es de Teresa Velo, la fotografía de Tim Ross, arte y vestuario de Teresa Pecanins y la producción ejecutiva de Laura Imperiale. La dirección, producción y actuación protagónica, la hice yo misma, acompañada de César Évora, Héctor Gómez, Lourdes Villarreal, Alberto Estrella, Roberto D’amico, María Sérbulo y Sandra Pellicer. La historia se supone que es en Paris pero salía muy cara la producción, así que la realizamos en un departamento de la ciudad de México. El corto se presentó ese mismo año en el Festival de cine Latino Americano de Biarritz, ganando el Premio Canal Plus. Fue una gran satisfacción. Acerca del contrato fue extraño, yo visité a Elena y le platiqué el proyecto, le encantó y me dijo: si como no, dame un papelito para que te escriba y firme que te doy el permiso de usar mi cuento para tu cortometraje. Yo quería ir con un notario, pero así era ella amorosa y confiada.

Elena Garro y Helena Paz vivieron en el exilio muchos años desconectadas de ‘la mafia intelectual mexicana’, como ella solía llamarle a los escritores. Relacionado con este comentario Helenita, quien ahora vive en Cuernavaca, nos comenta: Así era mi madre escribía guiones y después los regalaba o dejaba sin firmar. Recuerdo, ya en el exilio cuando vivíamos en París, mi abuelo mandó una carta sugiriéndole que era urgente que hiciera algo porque otros se estaban adjudicando sus trabajos, y adentro de la carta, venia un recorte de periódico anunciando el taquillazo de una de ellas, y por supuesto sin su nombre, y nosotros sin dinero. Mi abuelo incluso le sugería que yo la defendiera, porque ya conocía mi carácter, por ejemplo en Las Puertas del Paraíso, Salomón Laiter se quería aprovechar porque estábamos en el exilio, y yo le hable y le dije que si no ponía el nombre de mi madre lo demandaría, y lo puso.Nunca supe si mi madre hacia esas cosas apropósito, porque le había quedado el estigma de la persecución en la etapa del agrario y después la del 68, además no le gustaba ser protagonista, ella simplemente trabajaba y prueba de ello es que ahora, después de tantos años de muerta sus libros siguen teniendo resonancia.

Así ingresamos al mundo cinematográfico de Elena Garro dejando abierta la posibilidad de que investigadores, escritores o simples curiosos indaguen en la vida cinematográfica de esta escritora de garra gentil.

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1 Rodolfo Echeverría  su nombre en el medio cinematográfico era Rodolfo Landa. 

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Agradecemos al fondo reservado de documentación de la Fundación Cultural Garro y Paz A.C. en Cuernavaca Morelos, por permitirnos el acceso a cartas, artículos, diarios y fotografías para la construcción de este artículo. Jesús Garro el presidente de la Fundación comenta que entre los guiones vendidos a Princeton esta una hermosa historia llamada El Ángel de la Guarda.
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Bibliografía:
Una empresa llamada Garro, Editorial Nos y Otros Editores, Madrid 2008
Memorias de Helena Paz Garro, Océano.
Entrevista con Pilar Pellicer y Helena Paz Garro.

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