Mauricio Magdaleno
Por Marcela Magdaleno
Diciembre 2011
Más allá del folklore esta el embrión de la llama revolucionaria
[textmarker color=»F76B00″ type=»background color»]RESEÑA[/textmarker]

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Mauricio Magdaleno nació en mayo de 1906, en Villa del Refugio Tabasco, en un Zacatecas contagiado de furia revolucionaria y la remembranza de las alegorías del águila Republicana y el águila Imperial, transitando como legión sobre el espinazo de la sierra. Magdaleno fue un hombre comprometido con su tiempo: novelista, dramaturgo, guionista, ensayista, educador y luchador social. Las huellas de su tinta, dejaron plasmada la problemática social, la psicología del indio, la tiranía del eterno caudillo, las masas aplastadas, y de un campesino enamorado de su parcela; en un país inconforme, sediento de justicia, dividido en facciones inconciliables. De soldaderas espías, y hombres con la cartuchera ceñida a la cintura, de fusil salpicado de sangre fresca, de sombreros grandes, machetes y licor de caña.

En una entrevista que Carlos J. Sierra, le hizo en 1970, siendo Subsecretario de Asuntos Culturales de Ministerio de Educación Pública, Magdaleno comenta: “¿Qué qué influencia teníamos de la Revolución? La mía fundamental, y creo que la de ellos. Nuestros padres se murieron en la lucha, y anduvieron en ella desde 1906; yo tuve el privilegio de acompañar a mi padre y así conocí a personajes muy grandes. Alguna vez el general Obregón comió en la humildísima casa nuestra, en Aguascalientes. Pero nos hemos estado marcando recíprocamente porque lo que hemos bebido, repito, es indistinto del pueblo, que al fin y al cabo es el que marca las profundas hondas de la historia; pero se necesita un médium y el médium es el apóstol, un Flores Magón, un Madero, un Carranza, un Villa –con su salvaje furia revolucionaria-, un Zapata”.

El legado ideológico de Magdaleno se debe, en parte, a su padre Vicente Magdaleno Reding, un liberal, juarista, magonista, miembro del Club Insurrecto “Luz y Verdad”, anticlerical, maderista, y después del desencanto revolucionario, metafísico. Su madre María del Refugio Cardona, primera maestra rural del pueblo, amante de las letras, e infiltró en sus hijos, el interés por los libros. Su familia giraba en torno a una tía abuela, dueña casi del pueblo, que hablaba con los muertos, tíos arrieros y primas rezanderas que levantaban cruces, bajaban colgados y vestían santos. En su infancia, Mauricio jugaba en el atrio parroquial, junto al reloj que siempre marcaba las doce, ya que en una de tantas guerras, un forajido, lo baleo, deteniendo el tiempo, después de que su amada, se fugara con otro. Terminando el pueblo se vislumbra un hermoso cañón, que en primavera, drena agua cristalina hasta entroncar con los ríos que abrazan el panteón; así era Tabasco Zacatecas.

Mauricio creció, como él mismo describe: “… bajo los relámpagos de la Revolución, sintiendo de cerca el vigor que la impulsaba y siendo testigo de sus realizaciones institucionales; el vértigo que arrolló a sus caudillos, la pasión de sus líderes y el sacrificio personal de miles de seguidores, sobre los que se fincaron triunfos y derrotas, son capítulos que no es posible inadvertir en la evocación”.

Don Vicente Magdaleno fue en su adolescencia marinero y poseía un latente talento culinario. Dueño de un pequeño comercio llamado “La Florida” en Villa del Refugio Zacatecas. Comercio disfrazado de miscelánea, vientre gestante de ideas liberales, guarida de inconformes, albergue de campesinos dolientes, núcleo de actividades clandestinas, donde se organizaban tertulias, para leer religiosamente “El Hijo del Ahuizote” “La Sucesión Presidencial de 1910, “Las Ruinas de Palmira”; y algunos ejemplares soviéticos y franceses inspirando estrategias para un lucha de igualdad y libertad. Magdaleno al final de sus días escribió: “La Revolución no ha fallado han fallado los hombres. Tenemos que recapacitar, la Revolución nos dejó un nuevo concepto de vida, lo debemos entender hacer conciencia y luchar por nuestra patria, que si es rica en recursos mucho más rica en su gente. Somos gente buena, sólo necesitan sabernos llegar”.

Magdaleno inició estudios en su tierra natal, pero debido a las contiendas revolucionarias, sus padres decidieron llevarse a sus cuatro hijos, a un lugar más seguro. Esta anécdota quedo plasmada en un texto llamado “Rasgos para un retrato, 1983… “Yo venía de lejos, de muy lejos, y eso no necesitaba rematármelo nadie. Un lejos de casi día completo, de siete de la mañana a siete de la tarde, en burro mi madre con mi hermana en ancas, y en burro. Igualmente mi hermano y yo (solo mi padre montaba a caballo, un canelo de alba crin según mi recuerdo) Tras comer en Calvillo, en un mesón que trasudaba fuerte olor a guayaba y caer en Aguascalientes al apagarse unos coloretes de luces, entrando por la calle de Guadalupe.

En la ciudad hidrocálida de Aguascalientes, lugar amado por el escritor, termina su primaria y secundaria. De su padre cuenta: Mi padre fue Presidente municipal. Y duró tanto como un cuento de Calleja; cuatro cinco meses. Después los huracanes de la guerra civil cuando calló Madero, lo arrancaron del puesto, dando de santos, que no nos hubieran arrancado la vida. Me dolió en lo personal, porque merced al puesto, disfrutábamos de un palco en el Teatro Morelos, al lado del que ocupaba el gobernador: en él gocé las efímeras temporadas de ópera, tanto efímeras que se reducían, invariablemente a una cuantas semanas, y los inolvidables filmes de Mack Sennet, la Bertini y la Menichelli; y aquel gran espectáculo de Cabiria de D’Annunzio, en que nos fue presentado el glorioso Maciste, antecedente de tantos atléticos héroes cinematográficos que, por cierto, no le llegarían a la cintura.

En 1914, don Vicente, amigo de Pancho Villa, asistió a la Convención de Aguascalientes, llevando a sus dos hijos mayores, Mauricio y Vicente. El evento quedó impreso en la memoria del escritor. En su diario personal escribió: Ahí conocí yo, a personalidades como Lucio Blanco, Felipe Ángeles a Obregón, aún con dos brazos y a Villa. Así vivió su juventud, contagiada del clima revolucionario que posteriormente delinearía en los personajes de sus novelas y en diálogos cinematográficos. Otro cambio de ciudad nutre la creatividad del escritor. La familia Magdaleno, se reubica en la ciudad de México en 1920, asentándose en la calle Artículo 123. Enfrente de lo que era el primitivo diario Excelsior, de Alducin, y hasta allí, les llegaba el estruendo de las rotativas periodísticas. Su padre consigue trabajo en una fábrica de maquinas de escribir. Con la intervención de José Vasconcelos, Mauricio se inscribe a la Escuela Nacional Preparatoria. Pese a la insistencia de sus padres, de dedicarse a una carrera decente y no de “bohemios”, él comienza a escribir, privilegio del cual no disfruta su hermano Vicente quien estudió Talleres y Oficios, sin dejar jamás el noble oficio de la poesía.

En aquel en aquel tiempo, los hermanos Magdaleno se vuelven admiradores de José Vasconcelos, como la mayoría de los jóvenes inquietos de la época, sedientos de leer verdades. Los artículos del filósofo, enviados desde Buenos Aires, arden en sus venas. Conocían las grandes contradicciones; en la preparatoria se rebelaron del ex ministro. Sin embargo, recordaban con admiración, cuando llenó las aulas con distinguidos huéspedes, departiendo sobre las grandezas de la literatura universal, como Gabriela Mistral, Salomón de la Selva, Pedro Henríquez Ureña, Berta Singerman, quienes se sumaron a la campaña de alfabetización repartiendo personalmente los clásicos libros verdes. Vasconcelos mencionaba: “Prefiero que aprendan leyendo a Dante o a Sócrates que a cuentitos baratos”. Magdaleno comenta “En aquel entonces, los invitados de Vasconcelos eran para mí, figuras míticas, sin conocer exactamente lo valiosa de su vida artístico e intelectual”.

Después de la preparatoria ingresa un año en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, pero no terminó sus estudios, argumentando que las leyes no eran lo suyo, consagrándose de tiempo completo a escribir. Se incorporó al periodismo. Trabajó en El Demócrata, con Vito Alessio Robles, como corresponsal, viajando por muchas partes del país. En 1927 publicó su primera novela llamada Mapimí 37, editada en los talleres de Revista de Revistas. En septiembre de 1928 Vasconcelos regresa de un largo destierro, apareciendo del otro lado de la frontera de Estados Unidos, dispuesto a encabezar a la oposición. Lo esperaba todo, menos que unos jóvenes, que habían sido sus adversos, respondieran a su llamado. Siguiendo el ardiente alarido de “Ayer Madero hoy Vasconcelos”, los jóvenes impulsados por un espíritu de justicia y libertad, crearon un movimiento estudiantil y, fueron temidos por los profesores de la vieja escuela Positivista, que los apodaron los cachuchas roja. Dejando plasmado su ímpetu en un himno llamado “Alma Obrera”:

Somos vasconcelistas de nuestra Nación,
todos voluntarios no por un tostón;
Al toque de clarines vamos a luchar
Por la Patria Nueva y la Libertad (se repite)
¡que muera si! ¡Qué muera si! ¡La imposición!¡la imposición!
Que a nuestra Patria viene a fastidiar
No haya piedad! ¡No haya piedad!

Entre los cuadros dirigentes del vasconcelismo figuraban Germán de Campo -muerto por bala en 1929-, Adolfo López Mateos, Antonieta Rivas Mercado, Alejandro Gómez Arias, los hermanos Vicente y Mauricio Magdaleno, Medellín Ostos, Antonio Armendáriz, Salvador Azuela, Andrés Pedrero, Antonio Helú, Bustillo Oro, Raúl Poús Ortiz, María de Jesús Mejía, Ángeles Farias y Andrés Henestrosa. Este grupo se reunía en la calle de Cuba número 75, en el club del Partido Nacional Anti Reeleccionista, fundado por ellos, ayudados por Medellín Ostos, para leer textos rusos de William Godwin, Ida Mett, Piotr Arshinov, Valevsky; ya que el lema “Tierra y libertad” estaba sepultado bajo las ruinas de una nación despojada y hambrienta. El Frente Nacional Renovador, apoyaba a José Vasconcelos, elevando el lema de José María Luís Mora “las revoluciones que persisten son las de la conciencia”. Más que una postura frente a la fracción revolucionaria que intentaba sostener el poder, este fue un alarido de conciencia que marcaría el rumbo de sus vidas. Los jóvenes, que utilizaron las aulas como refugio para meditar poniendose al servicio de Vasconcelos, que era todo para ellos, de filósofo a político, de reformador a anti reeleccionista, pero sobre todo, custodio de la educación mexicana. Esta impetuosa adhesión al ex Secretario de Educación Pública, fue testimoniada en libros como “Las Palabras Perdidas” (1) de Mauricio Magdaleno; “Germán de Campo una vida ejemplar” (2) de Juan Bustillo Oro; «La campaña de Vasconcelos» (3), de Antonieta. Rivas Mercado. Andrés Henestrosa también deja testimonio de esta ardiente campaña, en algunos de sus artículos periodísticos publicados en El Nacional.

Mauricio Magdaleno se refiere a esa lucha de la siguiente manera: “Así fue como una causa que acaudilló José Vasconcelos que propugnó un elevado estatuto tan elevado que en su hora fue recusado como utópico ajeno a la realidad nacional. Por fin la familia política que le cerró el paso al poder, quedaron ahí golpeando desesperadamente en el vacío como también muchos prospectos y muchas palabras perdidas. El vasconcelismo representaba para la juventud el último suspiro revolucionario. Consumado el fraude electoral vasconcelista, Magdaleno, afligido y frustrado por haber sufrido de cerca el asesinato de varios de sus amigos, viaja por el país, y va madurando su ojo cinematográfico. Conoce varias etnias que, develan su espíritu, mostrándole sus realidades crudas, sarcásticas, en una nación saqueada y ninguneada por sus mandatarios. En un breve ensayo llamado “Tres jornadas del indio”, Magdaleno muestra sus condiciones de vida: “El indio desvalido tiene que luchar solo contra una legión de parásitos insolentes que le decomisan la mercancía, le amenazan con la cárcel y le exprimen los bolsillos”.

En 1932, Magdaleno gira su vida creativa, fundando con Juan Bustillo Oro, la compañía teatral llamado “El Teatro de Ahora”. Al inicio adaptan obras que reflejan los problemas políticos y sociales de la época. Los jóvenes trabajan el género chico, ayudados por Joaquín Pardavé y el empresario Roberto Soto, montando obras como Corrido de la Revolución, El Pájaro Carpintero, El Periquillo Sarniento adaptación de la novela de Fernández de Lizardi y El romance de la Conquista.

Posteriormente ambos se plantean un tremendo plan trimestral la hazaña más increíble de su vida, escribiendo y representando obras con los siguientes principios: 1-Una dramática esencialmente política traducir la temperatura social de sus días; 2- una dramática revolucionaria de lucha anti individualista, anti sicológica y realista básicamente de servicio social; 3-El mensaje de la lucha y protesta llegará a los que no saben leer; 4-Usar el tema mexicano y mostrar una fase de lo hispanoamericano; 5-La crítica humana y universal; 6-La creatividad con valores, explorando el arte dramático; 7-El teatro como algo popular y revolucionario; 8-Ensayar y releer la “revolución” en escena, y con la óptica de las masas abrir un espacio para discutir la nacionalidad. Sus personajes son obreros, empleados y campesinos; y sus temas normalmente trágicos tomados del espectáculo de la vida misma.

Leyendo la sinopsis de las obras comprendemos, que hoy, están más vigentes que nunca. Uno de los aspectos más valiosos del Teatro de Ahora, fue su trabajo en equipo; la compañía teatral se organizó en cooperativas, el grupo se formaba de pintores escenógrafos escritores y actores. Entre las obras de Magdaleno están Trópico, representada en noviembre de 1933, donde encarna la voracidad del capitalismo de una compañía petrolera que domina Centroamérica que posteriormente este tema sera llevado a la pantalla en Gran Casino o Tampico dirigida por Luis Buñuel en 1947. Panuco 137 es la dramatización de su novela Mapimí 37.

Sus obras teatrales tuvieron poca acogida con el público porque fueron boicoteados por algunos intelectuales mexicanos, los Contemporáneos. Salvador Novo que estuvo en el estreno de una de sus obras escribió una crítica, nada piadosa en su columna teatral, considerando al Teatro de Ahora como el Teatro de Nunca. Esos comentarios no menguaron su ímpetu, y Magdaleno respondió: –“Separarnos de la temperatura social NUNCA. “Nosotros no consentimos la temática trillada de los conflictos amorosos ni temas de alcoba con ridículos adulterios”-El Teatro de Ahora hincó su espada en la injusticia, e hizo hablar a quienes los gobernantes callaron y mandaron a vivir cien metros bajo tierra”. Para Magdaleno y Bustillo Oro, la ideología no se silenciaba ni con rifles ni celdas, es allí, en la caldera divina de la dramaturgia, donde se vivifica esencia de la justicia y la libertad. A pesar de la crítica de los Contemporáneos, Bustillo Oro y Magdaleno, fueron felicitados por Martín Luis Guzmán, Alfonso Reyes, Vasconcelos, Waldo Frank, y otros intelectuales de visiones amplias, entendiendo la mirada reducida, de los aristócratas confinados, exclusivamente, a las lecturas en atril. En contraste a la élite aristócrata, Mauricio Magdaleno y Juan Bustillo Oro, rescatan la voz de los obreros, empleados y campesinos; y sus temas son trágicos tomados del espectáculo de la vida. Leyendo la sinopsis de estas obras comprendemos su vigencia. Emiliano Zapata – Tragedia de la revolución agrarista, contada por los de abajo. Tiburón.- Farsa humorística en la que se pintan las bajas pasiones que produce el afán de riqueza en el hombre, representada de un modo gracioso y pintoresco. Panuco 137 – La histórica de nuestros pozos petroleros. Masas la tragedia de las multitudes hambrientas que actualmente se lanzan a la calle de las ciudades de todo el mundo a cumplir las dramáticas destino que les fija la época. Tres días Rojos– Revisión teatral, de los trágicos sucesos de Río Blanco en 1907, en los que la dictadura Porfirista trazó con sangre el primer sacrificio de los trabajadores mexicanos. Éxito– La única preocupación de esta época es la organización capitalista: triunfar económicamente no importa a quien haya que aplastar, no importa a quien haya que explotar. Justicia AC – ¿Hasta qué punto es justa, la justicia? ¿Realmente se hace justicia en un mundo por medio de los tribunales? Vivir– La actual disolución de la familia. El sucio ambiente actual, plagado de ambiciones individuales, llevando a los miembros de la familia a los más bajos procedimientos que lograr esto que en el lenguaje modelo de las calases ociosas se ha dado por llamarse vivir: lujo, placeres, vicios. Los que vuelven una de las más dramáticas piezas, la miseria aventando al bracero mexicano al otro lado de la frontera y luego ella misma volviendo a empujarlo a su país, los sufrimientos del trabajador mexicano en tierra extranjera y su triste y un desalentado retorno.

Al respecto Magdaleno escribe: “Tratamos temas intensamente nacionales de la vida de las masas popular, que sufre el dolor callado y la angustia oscura: lejos de “la sociedad del rastacuerismo retórico de los hombres insensibles o escépticos de alma incendiada de los bobos poemas y demás lucubraciones literarias sin objeto benéfico para nadie” no hay autor teatral mexicano que presente e interprete el hondo sentido de nuestro drama social”.

En esta época, auspiciados por Narciso Bassols, son becados a Madrid, de 1932 1933. Bustillo y Magdaleno viajan, y continúan escribiendo, asisten a conferencias en el Ateneo de la Juventud, conociendo a los poetas de la generación de 1927. Conformaban el grupo Pedro Salinas, José Ortega y Gasset, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Rafael Alberti, Jorge Guillen, Valle Inclán y Gómez de la Serna. Su visión sobre la lucha armada en México se vuelve más clara, imparte conferencias, ven la necesidad de desmitificar las ideas de la Revolución mexicana. En 1933, la editorial Madrileña Cenit, les pide que escojan tres obras, de cada uno, para ser publicadas. En esa época Magdaleno colaboró en el periódico El Sol, editado por Martín Luis Guzmán y Rafael Jiménez Siles, en Madrid; de igual manera se le publican dos cuentos cortos sobre la revolución, El Compadre Mendoza, que posteriormente se llevaría a la pantalla y El baile de los Pintos. En aquel entonces se abrió un concurso para dramaturgos hispanoamericanos en el ayuntamiento de Madrid dirigido por la editorial Xirgo Borrás. Decía en la convocatoria que la obra ganadora seria representada en la compañía teatral de Cipriano Rivas Cheryl empresario teatral, en la segunda republica española. Trópico, de Magdaleno y San Miguel de las Espinas, de Bustillo Oro, ganaron, pero nunca fueron representadas. Magdaleno comentó: “Qué depara al escritor teatral en un momento en que la gente no va al teatro. Y menos a un espectáculo del Teatro de Ahora, en que no se halaga la sesiblileria de las flappers, en que no se consienten baratas acrobacias para que los espectadores aristócratas hagan su digestión y en que no se está dispuesto a hacer concesión a ciudadanos que están anestesiados por el cine y el radio”.

Así fue como en los 30, el Teatro de Ahora, teniendo ya más importancia en Madrid que en México, se incorpora en la dramática mexicana y de América latina, enriqueciendo, con poder y contenido, los temas de la post revolución. En una conferencia ofrecida en el Ateneo de Madrid en 1935, Magdaleno expresó: La revolución mexicana se inicio sin darse cuenta apenas de su entrañable significado histórico. Histórico- social humano integral-. De la dictadura al claro y efímero gobierno de Francisco Madero la temperatura prosigue su gradación normal, con la diferencia de que las libertades públicas dejan de ser un mito y se convierten en increíbles realidades. Y libertades concretas, -libertad de pensar, libertad de decir el pensamiento, así fuera el mas asquerosamente enderezado contra el régimen,- no la abstracta y tramposa “libertad” al uso de los demagogos. Francisco Madero prisionero del circulo del antiguo régimen –“los científicos”, como les decía el pueblo- que a ciencia y paciencia del gobierno que venía conspirando cae asesinado. En los años setenta Elena Garro expresaría en entrevista: “Yo escribía teatro en la universidad, pero no tocaba temas que me comprometieran, en aquel entonces y con el peso de una sociedad acartonada sobre mis hombros, no me atrevía a poner el dedo en la yaga. De no haber sido por sus artículos periodísticos y estas obras del teatro revolucionario como Pánuco, Zapata y Trópico, que me impactaron enormemente, tal vez no hubiera rescatado las voces de mis ancestros revolucionarios, la voz del diablo, del ángel, del dolido, la voz apaciguada por la bala, los susurros del campo.

Al regresar a México, Magdaleno ingresó como profesor de historia y literatura en las escuelas de la Secretaría de Educación Pública. Posteriormente publicó las novelas Campo Célis (1935) y Concha Bretón (1936). Al respecto, Arturo Azuela comenta: En esta última novela, quizá sin proponérselo, el autor camina por los laberintos de la liberación femenina: en un ambiente urbano, la protagonista va de las sombras a la luz para reafirmar su carácter en búsqueda de su salvación su historia intrínseca, su historia más humana, es una larga crónica de avasallamiento y despojos interminables.

La voz de Magdaleno nos narra cómo inicio su vida cinematográfica: Comencé a escribir guiones para películas cuando me corrieron de la Secretaria de Educación Pública. Cuando tomo posesión Vejar Velásquez cesó a muchas personas, entre ellas a mí, porque según él, yo era comunista. Hazme favor. No era comunista ni lo soy pero me corrieron.

Así se va gestando su cosmogonía cinematográfica. La profesora Virginia Medina Ávila, en su tesis sobre el guion cinematográfico de Magdaleno enfatiza: “El guion es un texto con imágenes, sonidos, rostros, palabras, gustos, emociones, luz, silencio, tiempos espacios gestador de imágenes revolucionarias narraciones lenguaje en imágenes”.

Gabriel Figueroa, Alex Phillips y El Indio Fernández, entendieron perfectamente aquellas descripciones de Magdaleno creando películas que le dieron la vuelta al mundo y premiadas en los más importantes certámenes internacionales, como Flor Silvestre, María Candelaria, Rio Escondido Salón México, Pueblerina, La Mal Querida. Irrumpiríamos el ritmo de nuestro texto si ahondamos en la participación directa e indirecta, que Magdaleno tuvo en más de cien películas. Sin embargo, la experiencia revolucionaria, y el profundo conocimiento de su propio pueblo fueron sus mejores contribuciones al cine mexicano. Magdaleno se retira del cine, por cuestiones de salud, ya que ha pasado los últimos años trabajando exhaustivamente, utilizando píldoras para no dormir, por la exigencia de tener el guion listo, para el rodaje del día siguiente. Por su parte Bustillo Oro, quien también ha tomado la ruta cinematográfica, se interna más en la industria del cine.

Después de haber conocido todos los géneros literarios Mauricio Magdaleno afirmaba: Yo soy novelista por naturaleza”. En entrevista Magdaleno nos habla del nacimiento de la novela de la revolución mexicana: “En otras ocasiones se ha dicho que no son los ideólogos, que es el pueblo el que con su instinto produce los movimientos revolucionarios. Yo creo que es la misma cosa. En realidad, el ideólogo, el apóstol, en este caso digamos Flores Magón, bebe de la angustia del pueblo, se convierte en ideólogo y expresa el sentimiento del pueblo. Y hablo de Flores Magón porque allí empieza la influencia del intelectual en la Revolución y la influencia de la Revolución sobre el intelectual; Flores Magón, además, fue un gran escritor. Ya al calor de la lucha armada se produce, fundamentalmente, lo que hemos convertido en llamar la novela de la Revolución, con un antecedente lejano, el Tomóchic de Heriberto Frías. Es Azuela que nos da en un relato magistral, casi autobiográfico, Los de abajo, allá por el 16, es decir, en pleno resplandor de la lucha armada, descubre los móviles de la Revolución, bajo un aspecto faccioso. El doctor Azuela fue dentista, militó como médico en las filas de Julián Medina. Villa fue derrotado. Es propio de una revolución que se dividan en facciones y facciones sean derrotadas produciéndose al final una suma. Entonces no había suma posible; eran facciones inconciliables. El doctor Azuela se fue al destierro, destierro amarguísimo porque era como un mezquite de México; ahí escribió Los de abajo. De modo que es una crítica amarga y dura contra ciertos aspectos de la Revolución, pero escrita dentro de la Revolución y por un revolucionario. “Hablo de Azuela porque es anterior a Martin Luis Guzmán; Martin Luis Guzmán es el más extraordinario cronista que ha tenido la Revolución Mexicana; casi es el Bernal Díaz de ella; es su testigo y actor. La influencia de la Revolución Mexicana marcó en Martin Luis Guzmán, pues es obvia. Esta allí en toda su obra; otras figuras menos se advierten y pasamos a lo que llamaríamos los escritores de la Revolución, que éramos niños cuando se produjo: López y Fuentes, Ferretis y yo. ¿Qué qué influencia teníamos de la Revolución? La mía fundamental, y creo que la de ellos. Nuestros padres se murieron en la lucha, y anduvieron en ella desde 1906; yo tuve el privilegio de acompañar a mi padre y así conocí a personajes muy grandes”.

Por su parte, John S. Brushwood, especialista en la novela mexicana, comenta:”El resplandor (1937): “Es la mejor novela mexicana de los treinta. La mejor entre cerca de cincuenta novelas producidas en esa década por autores tales como Rafael Muñoz, José Mancisidor, Nellie Campobello, Gregorio López y Fuentes, José Rubén Romero, Mariano Azuela y Jorge Ferretis. El resplandor ha sido traducido al alemán, italiana, checo, hebreo, inglés. “Juan Rulfo declaró en entrevista que “El Resplandor “, fue su fuente de inspiración. “Quizás no surgió mi obra al leer el Resplandor, porque yo ya venía trabajando con mi pueblo, mis sombras y la amalgama de leyendas y realidades, pero del Resplandor, saque los oleos, los bosquejos, las profundidades del ocaso, los abismos del infierno”. Bassols le escribe en 1937: “En la novela “El resplandor” Magdaleno narra el anhelo de reivindicación que la revolución despierta en dos pueblos miserisimos, empapados de angustia y rebeldía.

Posteriormente Mauricio Magdaleno se dedica a escribir ensayos sobre la revolución mexicana, en libros como: Instantes de la revolución mexicana, Escritores extranjeros en la Revolución; Fulgor de Martí; Quetzal; Un hombre y una época; La Revolución del norte; La vida de Ricardo Flores Magón. Por ese entonces escribe Sonata (1941), Cabello de Elote y La Tierra Grande. También deja plasmada su pluma como paisajista y cronista, en ensayos y reflexiones sobre la tierra, la vida de provincia, las ciudades y el campo, la vida agraria, las costumbres y prejuicios de México, en libros como Rango(1941), Tierra y Viento, (1948); Ritual del año (1955). Vida y poesía (1936). Colaboró por más de veinte años como periodista en El Universal, en El Nacional, y en suplementos culturales y revistas sobre historia, política y cultura. Muchos de esos artículos, están en la biblioteca de la UIC, de la ciudad de México, ya que los hijos del autor donaron su biblioteca a dicha universidad.

Para comprender mejor su labor política, que abarca la penúltima parte de su vida. Escuchemos su voz en una entrevista hecha por Guadalupe Apendini ¿Cómo es ser político? “Un hombre entregado al buen público (recuerdo de cuando mi padre fue presidente municipal de Aguascalientes) olvidarse de sí para atender a los demás velar por los intereses del pueblo y entregase completamente a la misión que se le ha encomendado. Lo demás no es política. Es politiquería como lo que estamos viviendo. Políticos fueron Hidalgo, Morelos, Guerrero Juárez, Porfirio Diaz, Simón Bolívar, Martí y tantos otros que sería difícil enumerar. Apenas leí sobre Guadalupe Victoria fue un gran hombre de México, ¡cómo se puede borrar de nuestra historia¡ admiro que lo admires ya es tiempo que se haga justicia ¡si que ya se haga justicia¡ Tarde o temprano llegara tengo fe en eso. Guadalupe Victoria tendrá que ser reconocido como el primer presidente de la Republica. No hablo de toda esa bola de carroña. Todavía Cárdenas hizo algo. A Gustavo Díaz Ordaz lo juzgará la historia y tendrá la balanza a su favor y no lo digo porque fue un gran amigo y lo quise mucho sino que fue un gran presidente y repito la historia lo dirá; lástima que yo ya no voy a verlo. ¿Qué opinas de que existan varios partidos políticos? No es bueno ni malo es estúpido tanto partido político que no conduce a nada activo ni noble. La Revolución no ha fallado han fallado los hombres pero se tiene que recapacitar, la Revolución nos dejó un nuevo concepto de vida lo debemos entender hacer conciencia y luchar por nuestra patria que si es rica en recursos mucho más rica en su gente. Somos gente buena nada mas necesitamos que nos sepan llegar.

Como funcionario público tuvo los siguientes cargos: director de la Biblioteca de la Secretaria de Educación Pública duro cinco años, y como subdirector Agustín Yáñez allí se conocieron entablando una gran amistad. Director de Acción Social en el sexenio de Adolfo Ruiz Cortines, retirándose en 1958 para ser Senador de la Republica por el estado de Zacatecas. En 1963, en la cámara de senadores hizo un encendido elogio nombrando a los hermanos Flores Magón precursores de la revolución, y fue un escándalo. Algunos mencionaron que era un comunista infiltrándose en la cámara de senadores (1964). Cuando Gustavo Díaz Ordaz asumió la Presidencia, y Mauricio fue asignado Secretario de Asuntos Culturales de la Secretaria de Educación Pública sustituyendo a Amalia Castillo Ledón; siguiendo la línea educativa de José Vasconcelos renovó la revista “Maestro”, puso a la banda musical en la Preparatoria Nacional y retoma los folletos llamados “Biblioteca Enciclopédica Popular” iniciada por Jaime Torres Bodet, pero les cambio el titulo a “Cuadernos de Lectura Popular”. Editó infinidad de antologías de escritores latinoamericanos llamándoles “El pensamiento vivo de América”. Paralelamente fue miembro titular de la Academia Mexicana de la Lengua correspondiente de la Real Academia española (1981); y miembro distinguido del Seminario de Cultura Mexicana. Recibió infinidad de premios, entre ellos, el premio Rafael Heliodoro Valle y el premio nacional de lingüística y literatura. Al final de sus días, don Mauricio Magdaleno se reunía con sus amigos en el Centro Italiano, en la Colonia del Valle llamada: “La tertulia de los venéreos”, porque se celebraba los viernes. A esas reuniones asistían Juan Bustillo Oro, Francisco Liguori, Salvador Azuela, Hugo Hiriart. En junio 1986, Mauricio Magdaleno muere en su casa de la Avenida Cuauhtémoc en la Ciudad de México, víctima de enfisema pulmonar dejando una novela sin terminar, y varios ensayos y obras teatrales inéditas.

La mezcla de genes idealistas, de dolores y paisajes impactados, que recibió Mauricio Magdaleno en sus primeros años, lo hicieron comprender que estaba en sus manos cambiar un poco el destino de la Nación. Fue ungido por la conspiración de una valentía antagónica. En su lucha forjó su alma, dejando impresa, en sus letras, una vida que dio todo por sus ideales y el testimonio de de una polifacética Revolución mexicana.

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1 Las Palabras Perdidas Fondo de cultura Económica segunda edición 2007 
2 Germán de Campo una vida ejemplar Juan Bustillo Oro edit. independiente 1954 
3 La campaña de Vasconcelos", de Antonieta.- Rivas Mercado, México, Editorial Oasis, 1981
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Bibliografía

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