Mi barrio es mi escenario:
Análisis audiovisual de las Películas de cine comunitario. Producción audiovisual en el distrito de Aguablanca
Por Nicolás Caicedo y Catalina Ballesteros
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Introducción
La producción cinematográfica de Cali ha sido reconocida nacional e internacionalmente. Particularmente, se destaca el movimiento cinematográfico creado en los años sesenta y setenta por Andrés Caicedo, Luis Ospina, Carlos Mayolo, entre otros. Este grupo de personas, que la crítica llamó Caliwood o Grupo de Cali, fue responsable de la creación de un amplio número de filmes caracterizados por sus contenidos críticos, y por la creación de nuevos estilos, como el gótico tropical (1). Las producciones hechas durante este periodo, como algunas de las películas más recientes que han tenido éxito en festivales de cine internacionales , son fundamentales para el cine caleño y colombiano. Sin embargo, otra gran cantidad de producciones cinematográficas realizadas en la ciudad, que no hacen parte del llamado Grupo de Cali ni han tenido premios internacionales (2), merecen ser resaltadas y estudiadas. Este es el caso de la producción audiovisual en el Distrito de Aguablanca, un sector de la ciudad que ha quedado casi completamente por fuera de la representación de ese cine más avalado por la crítica.
Al incluir y dar importancia a estas películas, se amplía el panorama de Caliwood y se nutre de una serie de filmes de temáticas diversas como la música, los cortes de cabello, la identidad negra, los procesos sociales, entre otros. El estudio de películas con estos contenidos es significativo para entender una determinada sociedad y algunos de sus problemas. Por lo tanto, realizar el análisis de las producciones audiovisuales gestadas en el Distrito de Aguablanca permite poner en evidencia aspectos como: las realidades de desigualdad y exclusión; los procesos culturales, políticos e identitarios; las representaciones de los habitantes, así como las nuevas propuestas cinematográficas que se producen en este sector de la ciudad.
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El Archivo Audiovisual del Distrito de Aguablanca
Las películas estudiadas en este artículo hacen parte del Archivo Audiovisual del Distrito de Aguablanca, creado en el proyecto Narrar la vida en común: narraciones transmedia sobre la historia de la convivencia en el Distrito de Aguablanca (3), de la carrera de Comunicación de la Universidad Javeriana en Cali. El archivo está compuesto por treinta y cuatro filmes, entre los cuales encontramos veinticuatro documentales, cinco ficciones y cinco videoclips, que fueron producidos entre los años 1993 y 2013. Únicamente hay tres largometrajes y los tres hacen parte del género documental. Como se presenta en el siguiente cuadro, las piezas audiovisuales del archivo fueron hechas por organizaciones independientes, estudiantes universitarios, instituciones, canales de televisión, entre otros.
La mayoría de estos filmes (veinte) fueron hechos entre el año 2002 y el 2008 (4), siendo el 2006 el año de mayor producción audiovisual con diez películas, que en su mayoría fueron hechas por las organizaciones independientes Tikal Producciones y Mejoda Producciones. Cabe señalar que cuatro de las cinco ficciones del archivo, fueron producidas en ese año por Mejoda Producciones. Por otro lado, sólo hay seis audiovisuales de los años noventa, de los cuales todos, con excepción del cortometraje La Vuelta (1999), son documentales de la serie Rostros y Rastros. Entre el año 2010 y el 2013 se realizaron ocho películas, de las cuales seis son documentales y dos son videoclips.
El programa de televisión Rostros y Rastros, emitido por el canal Telepacífico, fue producido por UV TV (Universidad del Valle Televisión) durante un rango de tiempo de doce años, entre 1988 y el 2000 . En este programa se presentaron particularmente documentales acerca de temas regionales a partir de diferentes formas narrativas y estilísticas (Román, 2009). El comunicador social Camilo Aguilera (2013) resalta la importancia del programa al señalar que “Rostros y Rastros representa una de las experiencias audiovisuales más fecundas del proyecto de regionalización de la televisión nacional, habiendo obtenido alrededor de 60 premios y reconocimientos”.
Respecto a las organizaciones independientes Mejoda Producciones y Tikal Producciones, ambas tienen varios aspectos en común, pues trabajan en sectores populares y cuentan con la participación de la comunidad en el desarrollo de sus videos. Mejoda Producciones es un colectivo que trabaja principalmente en el Distrito de Aguablanca, promoviendo procesos políticos mediante la apropiación de lenguajes audiovisuales en la comunidad, particularmente en jóvenes. Tikal Producciones, al igual que Mejoda, ha trabajado en el desarrollo de documentales, ficciones y videos musicales durante más de diez años. Además, uno de sus objetivos es generar procesos sociales en los barrios y con la comunidad.
En particular, el género documental de corta duración es el más empleado para abordar el Distrito. El cineasta Robert Flaherty (1985) señaló la importancia del cine y en particular del documental a la hora de comprender las realidades de los pueblos. Al ponernos en contacto, de una forma más directa, con las realidades que se quieren mostrar, el cine documental resulta una herramienta con más ventajas que lo meramente escrito u oral. Flaherty (1985) señala que el propósito del documental consiste en “representar la vida bajo la forma en que se vive» (pp. 58).
Las prácticas sociales y culturales de los habitantes del Distrito de Aguablanca, así como aspectos de su historia, son elementos que quedan plasmados en estos videos. Por lo tanto, teniendo en cuenta los planteamientos de Flaherty (1985), el estudio de los audiovisuales acerca de este sector de la ciudad, permite conocer, de una forma muy directa, la vida de sus pobladores. Aunque el archivo audiovisual cuenta con 34 piezas, decidimos seleccionar una muestra de diez de estas producciones, con el objetivo de hacer un análisis más profundo acerca de sus contenidos y de sus formas estéticas. Seleccionamos documentales, ficciones y videoclips realizados por diferentes actores. Los videos de la muestra son:
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Recursos estéticos y narrativos de las piezas audiovisuales
Como se ha mencionado, en la muestra se encuentran tres tipos definidos de géneros audiovisuales: el videoclip, el documental y la ficción. Cada uno de estos se muestra en su sentido más clásico. El primero, entendido como la creación audiovisual en torno a una pieza musical; el segundo, como una representación de sucesos ocurridos en la realidad; y el tercero, como la elaboración de un relato inventado que se desarrolla en distintos actos.
La técnica en cada género varía según el origen institucional, no institucional o mixto (donde participan entes comunitarios e institucionales). Las piezas producidas por entidades como el Ministerio de Cultura, la Universidad del Valle o la Universidad Autónoma de Occidente, se perciben ceñidas a cánones estéticos convencionales: variaciones en los tipos de planos, movimientos de cámara más elaborados, cortes imperceptibles, uso de imágenes de apoyo, etc., que denotan una experiencia u conocimientos profesionales del lenguaje audiovisual. Documentales como Un charco no tan azul (1993), La Cara Positiva del Distrito (2002) o Con los Ojos del Distrito (2005), emplean recursos como puesta en escena, material de archivo, entrevistas a distintas fuentes, entre otros.
Cabe resaltar el caso de Mejoda Producciones, que ha contado con la participación de la comunidad y también de instituciones. El colectivo no cuenta con una misma factura técnica ni estética, debido a los diferentes realizadores que desarrollan las piezas. Por ejemplo, el videoclip De Barrio en Barrio (2006) tiene un estilo más elaborado, marcado por cortes rápidos, rítmicos, uso del zoom in/out, y referencias al basquetbol, elementos más característicos de los videos musicales de rap de los años noventa. Pero también está Héroe (2006), corto de ficción que a diferencia del videoclip tiene una calidad amateur sin una unidad visual pre establecida desde lo técnico. Esto no implica una limitante en los recursos estilísticos, pues en ocasiones, las imágenes del corto se tornan en historieta o cómic, para reforzar la narrativa de la historia.
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Este tipo de particularidades del formato son las diferencias más notorias que hay entre las piezas, puesto que la esencia de la mayoría de los audiovisuales coincide en varios aspectos y comparten características independientemente de su género.
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Los habitantes del barrio como protagonistas
En los documentales siempre habla la comunidad. Se entrevista principalmente a antiguos moradores o fundadores del sector, líderes comunitarios, representantes de asociaciones culturales o artísticas. Las ficciones cuentan historias de jóvenes y sus familias en el barrio. En los videoclips, las personas salen a las calles a acompañar a los cantantes, a celebrar su música y a apoyarlos, como si estos hablaran de una verdad común. También es muy recurrente ver tomas de niños, niñas y adolescentes, como si se quisiera poner en evidencia su existir, y por lo tanto la inminencia de su futuro en unas condiciones de vida desafiantes.
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El barrio como escenario
La mayoría de los acontecimientos se desarrollan siempre en el Distrito. Los personajes siempre se desenvuelven dentro de su propia cotidianidad. Las grabaciones en lugares externos al barrio son pocas, y siempre devuelven su mirada hacia Aguablanca. Es el caso de algunas entrevistas a personas en otras partes de Cali sobre lo que piensan del Distrito, o como sucede en el cortometraje La Vuelta (1999), en el cual el protagonista viaja a otras partes para conseguir trabajo de manera infructuosa.
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El pueblo que lucha y denuncia
Los audiovisuales insisten siempre en representar a los habitantes como trabajadores, buenos, con talento y pujantes. Se priorizan imágenes de personas en sus lugares de trabajo o desarrollando actividades culturales. El niño protagonista de Héroe (2006) ayuda a su mamá enferma, mientras juntos hacen frente a sucesos racistas que se presentan en su mismo barrio. En el videoclip Una verdad del distrito (2011), los cantantes invitan a que los transeúntes se les sumen en el baile. Llegan jóvenes bailando en distintos atuendos, mientras la letra de la canción dice “[…] Y de cultura ni hablar, somos soñadores, somos del pacífico, somos de Guapi, Chocó, Nariño, Buenaventura, Cauca, Tumaco, Pasto, Popayán, Guachené, Timbiquí, Puerto Tejada, negros, indios, blancos y mulatos en el distrito como hermanos bien bacano […]”. En general, la banda sonora tanto de documentales como de piezas de ficción suele ser canciones cuyas letras hacen alusión a la discriminación, pobreza, al sufrimiento, pero también a la integración, la superación y la fé en ellos mismos.
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Contenidos: Representación de Aguablanca a través del audiovisual
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El origen del Distrito
En alguno de los audiovisuales se narra el desarrollo histórico del sector que hoy conocemos como el Distrito de Aguablanca, compuesto por las comunas 13, 14 y 15, localizadas al suroccidente de la ciudad. En el Distrito habita 21.6% de la población caleña, lo que equivale a 448 327 personas de las cuales más de 40% son afrodescendientes (Urrea, 2012). En general, los videos relatan que alrededor de la década de los setenta, comenzaron a llegar personas, provenientes de distintas regiones del país, a ocupar los territorios orientales de la ciudad. Estos terrenos no estaban adecuados para la construcción de viviendas, pues hacían parte de una zona que era empleada para la ganadería y agricultura. La mayoría de personas que llegaron fueron desplazadas por la violencia o por catástrofes naturales como el maremoto de Tumaco y el Terremoto de Popayán. Muchas de estas personas fueron afrocolombianos de la Costa Pacífica, aunque también llegó gente de otras regiones que vieron la oportunidad de tener vivienda propia en el lugar. Por ejemplo, en el documental Con los ojos del Distrito (2005) se señala que:
Las inclemencias de los fenómenos naturales y las innumerables injusticias que ocasiona el conflicto interno, ha obligado a que miles de seres humanos extiendan los límites de Cali. Al sur Oriente de la ciudad se ha venido generando el más grande movimiento urbano llamado Distrito de Aguablanca. Este territorio está conformado en su mayoría por inmigrantes del Pacífico colombiano.
La “invasión” y ocupación de los terrenos es una característica importante de los orígenes de la comunidad del Distrito. Algunos de los habitantes retratados en los audiovisuales señalan que al llegar “invadieron” los territorios y construyeron sus viviendas. Tras ser desplazados forzosamente de sus casas y tierras, el sueño de tener, o volver a tener, una vivienda propia fue una de las motivaciones que tuvieron para llegar a estos terrenos. Se construyeron “urbanizaciones piratas”, lo cual generó enfrentamientos con la Policía, que derrumbaba las casas construidas, argumentando que no había permisos para esto. Particularmente, las personas adultas en los videos cuentan las condiciones de las calles al momento de llegar, señalando que muchas de estas no estaban pavimentadas y había algunas inundaciones en el lugar.
En el documental La cara positiva del Distrito (2002) un adulto mayor cuenta la historia de la formación de algunos barrios, señalando que: “el primer sector del Distrito de Aguablanca fue el barrio El Diamante y El Vergel”. “La urbanización El Diamante se inició en enero de 1972”, la cual contaba con “1.498 familias”. Aunque no se profundiza en esto, para algunos participantes de este documental, el origen del Distrito está asociado “a la politiquería y el clientelismo” de la ciudad.
Charco Azul es un barrio narrado desde las creencias populares y las leyendas alrededor de la laguna que le da nombre al lugar. Se construyen, a partir de los testimonios de sus habitantes, mitos acerca de un monstruo o una anguila en la laguna, pues, al parecer, los hombres que se bañaban en ésta, terminaban ahogados (Un charco no tan azul, 1993). En La Vuelta (1999) se señala que “esta película se realizó en escenarios y con actores del barrio Charco Azul de la ciudad de Cali, cuya historia se basa en hechos y testimonios de la comunidad afro-colombiana que vive en el sector del Distrito de Aguablanca”. Por otro lado, en el audiovisual Valladito (2006) se cuenta la historia de la formación del barrio que da nombre a este documental, y de cómo la gente ayudó para su desarrollo.
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Se señala que el Distrito de Aguablanca se ha venido desarrollando, desde hace unos cuarenta años, gracias a los esfuerzos de la población por mejorar sus condiciones de vida. Sin embargo, a lo largo de este tiempo, se han generado varios problemas de pobreza y violencia que hacen de este lugar uno de los sectores más pobres de Cali, con las mayores tasas de criminalidad de la ciudad. “Se estima que la ciudad tiene 134 pandillas y la violencia homicida atribuida a estos grupos tiene una alta concentración geográfica en las comunas 13, 14 y 15, que aportan 52% del total de casos” (Amparo, Moreno y Ramos, 2014, p. 9). En este contexto de violencia y pobreza, los habitantes de Aguablanca han empleado los audiovisuales como una forma de reivindicar aspectos sociales y culturales.
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Interacción de la población e idea de comunidad
Mientras en las crónicas rojas e imágenes televisivas sobre el Distrito la calle es representada como un lugar peligroso de violencia armada, en los videos del archivo la calle es el espacio de socialización predominante para la población. En este espacio los niños juegan, los jóvenes y adultos se encuentran. Es común ver una mesa entre las casas en la cual se apuesta jugando dominó o cartas. A pesar de la gran participación de niños, los jóvenes son el grupo protagonista. Estos sujetos socializan como grupo, sobre todo si tienen intereses comunes relacionados con la música. Además de la calle, también se encuentran en parques, casas y discotecas, en los cuales el rap es vital para la integración. Entre ellos hay ciertos códigos a la hora de saludarse y hablar. Algunos se saludan con el puño de las manos, otros se dicen palabras en inglés, se relacionan con el uso de apodos y hablan de manera informal.
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Las discotecas y las “rumbas”, como se les llama a las fiestas donde se va a bailar, son otros espacios importantes de socialización para la población joven. Hablan de “una rumba barata y sana”, donde la gente puede ir a entretenerse y buscar pareja. Dicen que es una “rumba aparte”, “para la gente del Distrito, donde la gente es «chévere»” (Corte Americano, 2005).
Las producciones audiovisuales realizadas en sectores marginados, tanto rurales como urbanos, con la finalidad de dar otros rostros y participación a sus pobladores, han sido llamadas a lo largo de todo el país como “comunitarias”. Este término es reforzado y establecido por sus realizadores y participantes. En las películas del archivo aquí estudiado, los habitantes para referirse a sí mismos usan la noción de “comunidad”. Se emplean expresiones como: “participación de la comunidad”, “intentos de organización por parte de la comunidad” (La cara positiva del Distrito, 2002), “sector que es comunidad negra” (Con los ojos del Distrito, 2005), entre otros. En cortometrajes como La Vuelta (1999), se relaciona este concepto con aspectos étnicos: “comunidad afro-colombiana que vive en el sector del Distrito de Aguablanca”. En el documental La cara positiva del Distrito (2002), se plantea que: “la solidaridad en el Distrito es ese lazo de familia porque dentro de la Costa Pacífica… un niño le dice a un señor adulto, y eso no siendo familia, le dice tío”.
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Los comunicadores Polanco y Aguilera (2011) estudian el término “comunidad” en algunos videos hechos por colectivos audiovisuales, y señalan que: “la alternativa planteada por las organizaciones ante la invisibilidad es, básicamente, representar a la comunidad. Esto se verifica cuando los colectivos describen su trabajo audiovisual con el uso recurrente del término comunidad” (p. 298). Esto es lo que ocurre en los videos del Distrito, sobre todo en aquellos realizados por los habitantes. Particularmente, se relaciona la idea de “comunidad” como comunidad negra.
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Apreciación propia y externa
La imagen positiva que las personas tienen de sí mismas es un aspecto constante. Se presentan las cosas “buenas” que se hacen o se han hecho en este sector de la ciudad y los habitantes destacan la unión y solidaridad que, según ellos, les ha permitido afrontar problemas y buscar soluciones. Queda en evidencia un intento por contrastar la imagen que tienen las personas ajenas al Distrito, presentando lo que para ellos “realmente ocurre”.
Los habitantes de Aguablanca consideran que las personas externas, de otros lugares de Cali, tienen una imagen negativa sobre ellos y sobre sus barrios. Según ellos, los medios de comunicación tienen la culpa de la estigmatización que sufren por ser del Distrito. Consideran que son vistos por la sociedad caleña como delincuentes o ladrones y que “la gente ha puesto su mirada más que todo a la violencia” pero “no han puesto su mirada en sí, hacia cuál es el problema que lleva a que las personas se comporten o a que los jóvenes se comporten de una forma violenta” (Valladito, 2006). En general, consideran que: “para la sociedad lo que no sirve está en el Distrito” (Valladito, 2006).
También consideran que el sector donde viven, ha sido olvidado por el Gobierno: “el Gobierno tiene que voltear su mirada hacia acá”, “no sé si es que nos tienen olvidados”, “el Estado no se ha presenciado aquí en este sector” (Valladito, 2006). Esto ha llevado a que algunos individuos consideren que los barrios donde habitan son una parte distinta de Cali, que no hacen parte o que quedan por fuera de la ciudad:
La distancia tan grande que hay porque yo soy del Distrito y tú eres de los otros barrios. Como que no fueran de la misma ciudad, como que no tuvieran la misma calidad de agua, la misma calidad de servicios, los mismos problemas para el empleo. (Con los ojos del Distrito, 2005).
Al examinar la mirada externa que es representada en los audiovisuales, se encuentra que en general hay una imagen “negativa” del Distrito. Algunos sujetos, en otros lugares de Cali, señalan que no lo conocen o dicen lo que han oído acerca del lugar. Los aspectos relacionados con la violencia son los más comunes. Dicen frases como: “mucha inseguridad en toda parte”, “en toda parte roban, en toda parte atracan”, “sinceramente… un sitio muy peligroso” (La cara positiva del Distrito, 2002) y “es gente de estratos muy bajos, donde hay mucha violencia y donde se ve pronunciado el problema de las pandillas” (Con los Ojos del Distrito, 2005).
Según el lingüista Teun Van Dijk, en su libro Racismo y discurso en América Latina (2007), los discursos y prejuicios contra los “negros” reproducen la pobreza y formas de exclusión y desigualdad. Uno de los principios del discurso racista es cuando el emisor, que discrimina a un determinado grupo, enfatiza en los aspectos negativos y desenfatiza en los positivos de “ellos” (Van Dijk, 2007). En la producción audiovisual del Distrito, los realizadores enfrentan los discursos racistas hablando sobre la diversidad cultural y social, por encima de los señalamientos y estigmas. Se profundiza mucho más en aspectos como la música y baile, y se señala en repetidas ocasiones que estos últimos elementos son los que deben caracterizar al Distrito. En documentales como La cara positiva del Distrito (2002) y Con los ojos del Distrito (2005), se evade explícitamente cuestiones relacionadas con la violencia y se presentan alternativas de orden cultural.
Sin embargo, en pocos documentales son presentados fragmentos de noticieros y grabaciones de atracos y robos. Por ejemplo, en el cortometraje La Vuelta (1999), se narra la historia de Mahambo, un afrocolombiano joven sin empleo que decide trabajar con una banda dedicada robos y atracos. Este joven termina involucrado en situaciones criminales que lo llevan a una muerte violenta. Sin embargo, como se dice antes, los realizadores del Distrito prefieren resaltar los aspectos positivos por encima de los negativos, lo que implica no profundizar en la violencia.
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Reivindicaciones culturales
La música y su importancia para los habitantes, es la temática más trabajada en los audiovisuales. Debido a que los videos están ubicados en un rango histórico de veinte años, hay cambios en los géneros musicales representados en los videos de los años noventa y los más recientes. Los géneros constantes en la muestra son el Rap y el Hip Hop. En los años noventa, lo más común son las canciones de Bob Marley (5) y la música Reggae. Mientras que en los años más recientes encontramos géneros como Reggaetón y mezclas entre Rap y Reggaetón. Aunque no es muy común, en algunos de los videos se puede escuchar música del Pacífico, como marimbas y tambores, y únicamente en uno de estos suena Salsa.
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Gran parte de la música es hecha con la boca, y en pocas ocasiones se puede observar personas tocando algún instrumento musical. Refiriéndose a las canciones que producen, uno de los jóvenes señala que: “las pistas son Jamaiquinas o algunas Sanandresanas” y “nosotros le introducimos la vocalización” (Un charco no tan azul, 1993). El antropólogo Peter Wade (2008) en su estudio acerca de grupos de música en el Distrito de Aguablanca, explica que “dada la carencia de instrumentos y entrenamiento musical, la mayoría de la música fue a capella o acompañada únicamente por pistas de música comercial puesta en grabadoras” (p. 30). En algunas ocasiones se reúnen en las calles o parques a “rapear”, mientras otros hacen sonidos rítmicos con sus bocas. Estos músicos son hombres jóvenes afrodescendientes. “La mayoría de grupos de rap en Cali eran masculinos” (Wade, 2008, p. 39). En el documental Una verdad que le quiero cantar (2011) se dice que la técnica empleada en canciones de Rap y Reggaetón, es el “Freestyle”. En este documental, los jóvenes escriben letras musicales con palabras y frases que riman, para luego ser cantadas sobre una pista musical.
Las letras de estas canciones se conforman en los audiovisuales en una forma de narrativa pues presentan muchos elementos del diario vivir en el Distrito de Aguablanca. En algunas de estas se habla acerca de los problemas que viven y de las alternativas que se plantean para superarlos. Muchas veces resaltan los elementos positivos del Distrito. Peter Wade (2008), plantea que: “la cultura y la identidad negra fueron preponderantes para ellos, aunque también se enfocaron en problemas generales (pobreza, educación, violencia, drogas) que afectaban su barrio” (p. 31). Esta es una aproximación al estudio de la música como cultura política.
Por otro lado, las peluquerías y las distintas formas de llevar el cabello son elementos fundamentales en las piezas audiovisuales. En Corte Americano (2005) se señala la importancia de los peluqueros y se indica que son muy respetados debido a que tener un buen corte de cabello es algo importante en este sector de Cali. En el video se plantea que “los cortes acompañan como el estilo de cada persona”, “aquí los cortes marcan la vestimenta que te vas a colocar hoy” y que si “vos estás en una rumba y vos no estás bien peluqueado, a vos te van a decir pareces un micrófono” (Corte Americano, 2005). Por lo tanto, el peinado, las formas de llevar el cabello y el hecho de ir a una peluquería, es un aspecto importante en la socialización de jóvenes.
Algunos de los peluqueros indican que provienen del Pacífico colombiano, lugar donde aprendieron a cortar el cabello cuando eran niños. Uno de ellos dice que “a los diez años yo ya era un profesional en lo que eran los cortes afroamericanos”. Otro señala que: “este corte es prácticamente colombiano, más de uno dice Corte Americano… ¿Cuál Americano?… No tenemos nada que imitarle a los americanos” (Corte Americano, 2005). Ambos se refieren a cortes de cabello hechos con máquina, elaborando diseños y dibujos.
“Corte Americano” es el nombre de la técnica empleada al cortar el cabello. Es un corte masculino realizado con máquina eléctrica en la que se recrean estilos de personajes mediáticos del deporte y la música estadounidense. La tendencia surge a mediados de los años ochenta, y se caracteriza por dejar el cabello casi calvo en algunas partes de la cabeza, y abundantes en otros. Según los investigadores Quintín y Urrea (2000) esta moda tiene que ver con los “nuevos consumos culturales generados dentro de la población joven negra, con influencias crecientes de los estilos corporales y de vestimenta de la población negra norteamericana, a través del deporte, el cine, la televisión, y la música” (p. 82).
Las peluquerías de cortes de cabello masculinos, como señala Urrea y Quintín (2000), y Posso (2013), también tienen otra importancia para los habitantes del barrio. En estos lugares se socializa de forma cercana, se cuadran las “rumbas” y se encuentran amigos. Hay afiches relacionados con la “raza” o de deportistas, líderes y artistas “negros”: Malcom X, Malcom Jordan, Kunta Kinte, líderes políticos como Nelson Mandela, Martin Luther King o dirigentes mujeres negras estadounidenses. Este tipo de decoración está lejos de ser un simple adorno, son una decisión política: los personajes afro custodian el espacio y afirman una identidad y orgullo. Los visitantes se encuentran con una forma de ser negro que dista completamente del estigma y la discriminación.
En el caso de las mujeres, la mayoría de ellas lleva su pelo trenzado, acompañado de chaquiras, moñas u otros accesorios. Además de las trenzas, algunas de ellas llevan el pelo alisado, rastas o tienen su pelo tinturado. El uso de trenzas es ampliamente común, y se puede ver en mujeres de todas las edades. Se encuentra que los documentos audiovisuales exploran mucho más los cortes y las peluquerías masculinas, que los peinados femeninos. La antropóloga Jeanny Posso (2015) argumenta que la carencia de servicios de peluquería exclusivamente femeninos podría deberse a los altos costos que representan para las mujeres negras de este sector de la ciudad.
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Reflexiones finales
Por cine y video comunitario, entendemos producciones audiovisuales gestadas por personas cuyo vínculo obedece a un habitar común: un barrio, una localidad, una etnia, un territorio, entre otros. Más allá de los recursos técnicos, o del bajo presupuesto propio de estas realizaciones, en su mayoría independientes, los audiovisuales que se gestan desde las comunidades hablan sobre cotidianidades y formas de entender el mundo. Ver, escuchar, y estudiar estas narrativas, nos permite conocer sobre sus contextos, y les permite ser reconocidos, visibilizados, existentes. El Archivo Audiovisual del Distrito de Aguablanca es una muestra de este cine.
El estudio de los videos permite encontrar cambios de tipo histórico. En un rango de veinte años, de 1993 a 2013, los géneros musicales, las formas de vestir, la infraestructura del lugar e incluso la fuerza de la conciencia racial, han tenido ciertas transformaciones. Por ejemplo, en los primeros audiovisuales, sobre todo los de los años noventa, el reggae es el género musical de mayor importancia. Esto se ve reflejado en las influencia de la cultura rasta en la forma de pensar de los jóvenes. El reggaetón, por su parte, es representado en los videos de los últimos años y no tiene mucha relación con cuestiones políticas. Sin embargo, el rap y el hip-hop son géneros constantes a lo largo de los veinte años.
En este periodo de tiempo también hay cambios en la conciencia racial y política de los individuos representados. El uso de categorías raciales como “raza”, “negro” y “racismo” es más fuerte en los videos de los primeros años, especialmente en las letras de las canciones. En estos audiovisuales queda en evidencia que lo étnico y lo racial es una cuestión muy importante a la hora de representar a los pobladores de Aguablanca. A partir de lo encontrado en los videos y en concordancia con la literatura sobre el tema , se puede señalar dos cuestiones. En primer lugar, este sector de la ciudad es una de las concentraciones de gente “negra” más importantes de Colombia , en la cual se generan procesos políticos, culturales e identitarios fundamentales. En segundo lugar, se evidencia la existencia de un sistema social racializado en Cali, en el cual los afrocolombianos tienen más desventajas de todo tipo y viven en peores condiciones que la población no afrocolombiana. Teniendo en cuenta esto, en los videos se representa cierta identidad política de la población afrocolombiana que vive en Aguablanca. Los términos “negro” y “raza” son reivindicados y empleados de forma positiva.
Más allá de los cambios de tipo histórico en el rango de veinte años, el estudio del archivo audiovisual del Distrito de Aguablanca nos ofrece la oportunidad de conocer historias, canciones, estéticas corporales y otras formas de pensar. Permite que podamos conocer reivindicaciones culturales y sociales que hacen los jóvenes, y que estas sean contrastadas con las imágenes peyorativas que tiene la gente por fuera del Distrito. El archivo audiovisual del Distrito de Aguablanca está lleno de contenidos supremamente valiosos, siendo así una pieza fundamental de Caliwood.
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Referencias
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Wade, Peter (2008), “Trabajando la cultura: sobre la construcción de la identidad negra en Aguablanca, Cali”, Revista CS. Etnicidad, identidad y cultura, vol. 2, pp. 13-50.
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1 Juana Suarez (2009) señala que este término fue acuñado por Luis Ospina y Carlos Mayolo en algunos de sus filmes. Se trata de un diálogo entre lo gótico, como género literario y artístico, y las particularidades regionales de los escenarios colombianos de sus películas, el trópico. 2 La película La tierra y la sombra (2015), de César Acevedo, fue ganadora de la Cámara de Oro en el festival de Cannes. 3 Proyecto financiado por la Oficina de Investigación, Desarrollo e Innovación de la Pontificia Universidad Javeriana Cali, entre enero y diciembre de 2013. 4 El programa Rostros y Rastros volvió a ser emitido en el canal Telepacífico el martes 01 de marzo de 2016. 5 Bob Marley fue un músico jamaiquino caracterizado por el ser el mayor exponente de la música Reggae y un importante referente de la filosofía rasta. 6 Autores como Peter Wade, Fernando Urrea, Teodora Hurtado, Olivier Barbary, Odile Hoffmann, Carlos Augusto Viáfara, Héctor Fabio Ramírez, Waldor Botero, entre otros, reflexionan acerca de desigualdades raciales en Cali. 7 Gran parte de los habitantes de Aguablanca son desplazados provenientes del Pacífico Colombiano. La relación con esta zona del país se ve reflejada en las prácticas sociales y culturales que se muestran en estos videos. Las construcciones palafíticas, los lazos de amistad y parentesco, y la idea de comunidad en los barrios, la música con marimbas y la socialización en las calles son una muestra de esto. Que gran parte de los habitantes del Distrito de Aguablanca tenga sus orígenes en la Costa Pacífica, explica el hecho de que haya tanta población “negra” en este sector de Cali.